Fundido para siempre a la Historia

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Por Diana Iglesias Aguilar | 24 abril, 2020 |
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Sus huesos fueron sembrados para siempre en la tierra que lo vio nacer: Bayamo. Era el 23 de abril de 1961 y el pueblo callado y triste va en multitud a despedir al muchacho de sonrisa amplia, mostacho castaño y disposición contra la injusticia.


Mariano Tamayo Rodriguez (Marianito) es el héroe bayamés del ataque a Playa Girón. Cuando supo de la bárbara agresión se encontraba en La Habana,  aunque estaba rebajado de servicio por una operación en el cuello se fue combatir a los mercenarios.

Es jefe de una compañía de morteros y desde su puesto fue como un león. Muchas veces desafió el peligro contra las fuerzas de la dictadura batistiana: sabotajes, mítines estudiantiles, protestas. Con el uniforme de la Escuela Técnica Industrial, de color verde aceituna, al revés para no ser identificado, pertenecía al grupo de los osados que mantenía en vilo a las represivas fuerzas.

Así, todo coraje, es uno lo los jóvenes que toma con piedras la Escuela del Hogar el 30 de noviembre de 1955, levantando la conciencia Rebelde del pueblo de Bayamo. Se va a la guerrilla del Capitán Orlando Lara en 1957 y luego de la Huelga de abril de 1958 sube a la Sierra Maestra.

Llevaba mucha luz dentro: había nacido el 28 de enero de 1940, y como José Martí escogió la estrella para irradiar con un  gran poder de ejecución, valentía y ejemplo personal.

Entre triunfante en la ciudad natal y es ascendido a Primer Teniente. Asume honrosas tareas: la dirección de la Escuela de Reclutas de Minas del Frío y  la construcción de la Ciudad Escolar “Camilo Cienfuegos” en el propio 1959. Ya el enemigo estaba bajo control en la costa sur de Matanzas, sólo algunos dispersos. Una bala enemiga hace blanco en Marianito el 20 de abril.

Su ingle se abre como flor de primavera, manando sangre. Lo llevan al hospital de Cienfuegos, el médico que lo atiende al ver la gravedad de la herida y la actitud de Mariano se queda con la pluma como recuerdo de un valiente bayamés. No vive el joven mucho más.

En su Bayamo queda la novia esperando para consumar el matrimonio, sus hermanos, padres y amigos huérfanos de tanta vitalidad y cariños. En el Ayuntamiento la bandera lo abraza mientras el pueblo llora.

Eternamente descansa en el Panteón de los Caídos por la Defensa. El hermano menor, José Antonio, nacido  en 1946, lo recuerda aún  juguetón y familiar, a Marianito le debe que le llamaran  curita en su niñez.

Y en el pecho trae José Antonio las fotos de aquel sepelio multitudinario, patrimonio desde 2019 de los fondos del Museo Ñico López. Las imágenes de aquel que va a fundirse para siempre con su historia tan sólo con 21 años.

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