Cuando se hable del tercer título de Granma en clásicos cubanos de béisbol, habrá que comenzar siempre por la entrega y la combatividad, con la que sus atletas salieron a defender la camiseta en cada encuentro.
Esas fueron, entre otras, las claves de un éxito, pero jamás deberá obviarse el juego armónico y colectivo, que le permitieron regresar al trono, tres años después.
Si el pitcheo era una de las interrogantes previo a la postemporada, quedaron saldadas con creces. Con Lázaro Blanco a la cabeza, el staff ofreció una de las demostraciones más sobresalientes del conjunto.
Aunque el espigado yarense volvió a responder como principal carta de triunfo de la rotación abridora, encontró en el zurdo Leandro Martínez, César García y Yoel Mojena el complemento ideal.
De hecho, en 16 de los 17 desafíos que celebró la selección en los play off, los abridores completaron -al menos- el quinto inning, para anotarse nueve de las 11 victorias.
El movimiento certero de las piezas por el entrenador Ciro Silvino Licea también mereció elogios. Ahí están los relevos efectivos del zurdo Miguel David Paradelo, del cerrador Carlos Santana y de Erluis Blanco.
Entretanto, la defensa volvió a enseñar la mejor de sus caras, con una línea central consolidada, incluyendo a su joven y talentoso receptor Iván Prieto, lo más parecido a un consagrado.
A la hora de este recuento, se torna obligado citar a Alexquemer Sánchez, cuyos tiros precisos desde el jardín derecho cortaron la amenaza rival en varias ocasiones, y las atrapadas del también patrullero Raico Santos y del antesalista Osvaldo Abreu.
Además, un cuarteto de jugadores encabezó la ofensiva, determinantes fueron los tres de arriba (Roel Santos, Osvaldo Abreu y Raico Santos), junto a Guillermo García, que ganó la distinción de MVP de la final.
Incontenibles con el bate estuvieron los primos Santos y Abreu, entre los tres promediaron 401 (167-67), al tiempo que anotaron 45 carreras y remolcaron 38, de las 102 que hicieron los granmenses en todo el play off; eso, sin contar las seis bases robadas de Roel y las siete ocasiones que Raico trajo empate o ventaja.
Líneas aparte para García, quien demostró sus dotes de bateador, en principio como sustituto del inicialista Guillermo Avilés. El prometedor atleta no tuvo piedad de los tiradores rivales y exhibió average de 487 (39-19).
Asimismo, despachó cuatro jonrones e impulsó 17 carreras, a pesar de ausentarse de la fase de cuartos de final ante Industriales. Con esa actuación, Guillermo podría ganar un puesto en la preselección cubana de cara a eventos internacionales.
La edición 60 de los clásicos cubanos ya es historia y trascenderá como una de las mejores versiones de los Alazanes, que años atrás no imaginaron coronarse y, mucho menos, darle tres títulos a la provincia en un quinquenio, y quién sabe cuántos más llegarán.