Al servicio de la esperanza

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Por Granma | 26 diciembre, 2016 |
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El joven profesor Yulvis Triguero López devuelve a los niños el cariño recibido por él antes en esta institución. FOTO/ Rafael Martínez
El joven profesor Yulvis Triguero López devuelve a los niños el cariño recibido por él antes en esta institución. FOTO/ Rafael Martínez

BAYAMO, GRANMA.—En cada uno de sus metros cuadrados se respira perseverancia, optimismo y amor. Sin obviar las necesidades educativas especiales de sus educandos, la escuela Ernesto Che Guevara, de la capital granmense, se empeña en capacitar para la convivencia en sociedad, a infantes a los que la vida les ha jugado una mala pasada.

Desde su surgimiento en 1992, el centro ha recibido a más de mil educandos. Actualmente, el plantel acoge a una matrícula de 111 niños de toda la provincia, entre ellos sordos e hipoacúsicos, ciegos, con baja visión, estrabismo y ambliopía, sordociegos y con retardo en el desarrollo síquico.

En sus inicios, la escuela no reunía a «principitos» con padecimientos tan disímiles, pero en consonancia con un proceso de integración de la enseñanza especial en el territorio se concentraron, en esta institución, a partir del presente curso escolar, todos los estudiantes con necesidades educativas especiales con diversidad funcional auditiva, visual e intelectual. Entre esa diversidad destaca la sordoceguera, un padecimiento que en este territorio oriental tiene una alta prevalencia.

En consonancia con esa realidad, el mencionado plantel se ha convertido en un centro para la atención educativa a infantes con esas discapacidades.

Según precisó el MsC. Rafael Aguilar Tamayo, el director, en la Che Guevara se fundieron la escuela Antonio Guiteras, de estrabismo y ambliopía, de Bayamo, y Mártires de Pino III, del municipio de Bartolomé Masó, destinada a niños ciegos y con baja visión.

Este proceso favorece no solo la mejor atención especializada, sino además la socialización y el desarrollo de habilidades para su mejor inclusión en sociedad, resaltó.

Para asumir este nuevo reto, la escuela ha recibido una reparación en sus áreas por un costo que supera los 175 000 pesos en moneda nacional, así como se ha beneficiado con una inyección tecnológica.

Esta unificación, añadió Aguilar Tamayo, también ha beneficiado la economía de las familias que antes tenían que trasladarse desde los diferentes municipios a la capital provincial para que sus hijos asistieran a las consultas especializadas, y ahora ese servicio lo reciben en la propia institución, donde los niños que no pertenecen a Bayamo, permanecen de forma interna.

GARANTÍAS DEL CAMBIO

El centro dispone de 122 trabajadores (91 docentes y 31 de apoyo a la docencia), entre los que se encuentran logopedas, sicopedagogos, especialistas en educación auditiva, orientación y movilidad, instructores de lengua de señas cubanas, instructores de habilidades comunicativas, oftalmólogos, audiólogo, rehabilitador físico, instructores de artes, bibliotecaria, profesores de educación física, profesores de computación y auxiliares pedagógicas encargadas de la formación de hábitos.

En la institución, señaló Aguilar Tamayo, se imparte la docencia correspondiente al nivel primario y luego los estudiantes transitan a la secundaria básica o a las escuelas de oficio.

Sin embargo, niños como los de estrabismo y ambliopía, luego de la rehabilitación, en el menor tiempo posible se insertan a la educación primaria tradicional, lo cual es muestra del trabajo arduo que se realiza en el plantel para lograr el máximo desarrollo integral posible en cualquier contexto, que les permita enfrentar, con independencia, su inclusión educativa, destacó.

Entre las materias más atractivas para los pequeños se alza la asignatura de computación. Así lo manifiesta Glennis Gómez, estudiante ciega de 6to. grado, quien exalta la existencia de programas diseñados para niños con sus características.

Otra de las áreas preferidas por los niños es el taller de educación doméstica. Allí aprenden, de la mano de la instructora MsC. Silvia Díaz Costa, a elaborar alimentos, montar una mesa, tender la cama, planchar y a realizar otras actividades que los preparan para enfrentar, con independencia, su inclusión social.

ANHELOS CONQUISTADOS

Sin dudas uno de los logros que mayor satisfacción despierta en el colectivo de la Ernesto Che Guevara es la materialización, desde el curso escolar 2015-2016, de dos salones de edad temprana, en los cuales se atienden a niños de dos a cinco años.

En esas áreas los infantes reciben una atención similar a la de un círculo infantil, pero acorde con sus características especiales.

Entre las que pueden dar fe de la labor que se realiza en esos salones se encuentra la Lic. Juana García Tamayo, maestra de estrabismo y ambliopía, quien explicó que allí se conoce primero el diagnóstico de cada niño y luego son atendidas las diferencias individuales, en consonancia con la edad.

Los salones de edad temprana, agregó, cuentan con una matrícula de ocho niños, los cuales reciben lecciones de lengua materna, educación plástica, musical y física, así como los hábitos alimenticios y de cortesía.

Juana manifestó que es un regocijo enorme poder presenciar cada avance que tienen esos pequeños, y recibir el agradecimiento de las familias; las cuales desde este curso también agradecen que la escuela cuente con un ómnibus para el traslado diario de los 60 alumnos seminternos.

AMOR CON AMOR SE PAGA

El amor ha sido una constante en las más de dos décadas de ininterrumpida labor pedagógica en esta institución, y de ello son testigos los más de mil educandos que han cursado estudios en la Che Guevara.

Por ello no es casual que el centro tenga en su claustro cinco trabajadores que pasaron por sus aulas, quienes ahora devuelven a otros niños el cariño que antes recibieron en este plantel.

Entre ellos se encuentra el joven profesor Lic. Yulvis Triguero López, quien agradece a la escuela las habilidades adquiridas desde edades tempranas, las cuales le servirían para formarse en la especialidad de Informática.

Precisamente ese espíritu de crecimiento espiritual y profesional caracteriza a este centro educativo, que hace más de dos décadas se empeña en brindar una atención de calidad, al servicio de esos a los que el Apóstol denominara: la esperanza del mundo.

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