Greenpeace explicó que apenas dos ejemplares de un grupo de 40 mil sobrevivieron, en un descubrimiento de científicos franceses en la isla Petrels, en una zona conocida como la ‘tierra de Adelaida’.
‘Es la segunda vez que se comprueba una mortandad de este tipo en los últimos 50 años y por eso es que diversas organizaciones medioambientales estamos reclamado una acción urgente para declarar la zona como un área marina protegida’, anotó.
Ante los evidentes impactos que está causando el cambio climático y el accionar del hombre, especialmente a través de la pesca y el aumento del turismo, se deben tomar medidas, dijo Estefanía González, coordinadora de Océanos de Greenpeace. Según la fuente, durante la anterior mortandad, en 2013, se corroboró que la situación se debió a la existencia récord de hielo, a lo que se sumó un episodio de lluvia sin precedentes.
La presencia récord de hielo significó entonces una traba adicional para los pingüinos, los que debieron sumar cerca de 100 kilómetros de recorrido para buscar alimentos a sus crías, detalló.
Por su parte, la lluvia sumó otra complicación debido a la poca impermeabilidad e incapacidad de las crías para mantener calor, añadió.
Greenpeace consideró que criterios científicos apuntan a que la mortandad de este año se debe a las mismas razones del 2013, especialmente ligada a la gran cantidad de hielo extra que han debido sortear los pingüinos en búsqueda de alimentación.
Ese hielo extra proviene de una gran rotura que se produjo el 2010, cuando se desprendió y quedó a la deriva un iceberg del tamaño de Luxemburgo.
Desde Greenpeace llamamos a que se extienda una zona de protección marina en la zona. De ahí la relevancia de la próxima reunión de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos en Australia, recalcó.