Cuando decimos familia ¿en qué pensamos?, quizás en las abuelas complacientes, en los padres entregados, en la compañía inigualable de los hermanos. Nos vienen a la mente los abrazos, besos y conversaciones.
Sin embargo, eso varía con cada individuo pues hay quienes te hablan de lazos, no sanguíneos sino de amor, que son más fuertes que los primeros, porque los verdaderos vínculos se establecen de corazón a corazón. Así lo sienten los que conviven día a día en el Hogar para niños sin amparo familiar mayores de seis años, de la ciudad de Bayamo.
PROTEGIDOS NIÑOS ANTE EL CORONAVIRUS EN BAYAMO
Por Jorge Luis Batista
Fotos: Luis C. Palacios Leyva
Ante la amenaza del…Publicada por Luis Carlos Palacios Leyva en Jueves, 2 de abril de 2020
Odalis Surós Arenado, su directora, me cuenta que actualmente tienen diez menores que residen allí, y 26 trabajadores cuyo mayor objetivo es hacerlos felices.
Cómo en todas las casas del país, el coronavirus también llegó para transformar su estilo de vida. Al respecto Surós Arenado comenta:
“Desde que nuestro Gobierno dio las instrucciones de tomar medidas las acatamos y pusimos en practica otras desde lo interno, como sacar a los niños de los cuartos y acomodarlos de forma tal que tuvieran una distancia entre ellos de dos metros. También el comedor se organizó de manera que los procesos de alimentación se hagan de forma escalonada.
“Además, tenemos todas las condiciones de higiene aquí y se les está dando instrucciones sobre cómo prevenir el virus.”
Desde el más grande hasta el más pequeño conoce sobre la Covid-19 y cómo protegerse.
Yurisleidis, con tan sólo 9 años es una niña avispada, quien voluntariamente quiso conversar conmigo y explicarme lo aprendido.
“Debemos lavarnos las manos, cuando vayamos a toser y a estornudar taparnos con el antebrazo, no salir de las casas y protegernos con el nasobuco.”
Annalié, una quinceañera jovial, cuya foto decora la pared de la sala agregó:
“Hay que cambiarlo cada tres o cuatro horas y no hablar con las personas a una distancia menor de dos metros.”
Ella y los demás están en edad escolar por lo tanto visualizan las clases transmitidas por la televisión cubana en estos días,junto a las asistentes para el trabajo educativo y metodólogos. La joven expresa al respecto:
“Estoy agradecida con las teleclases porque como no vamos a la escuela esa es una forma de enseñarnos, no como una profesora personalmente, pero sí nos guían y nos orientan lo que tenemos que hacer.”
Aún en las circunstancias actuales la vida en el hogar continúa, la directora relata con brillo en sus ojos:
“Ellos son muy alegres, les gusta escuchar música, ver películas, animados, de acuerdo a las edades. Contamos con todos los medios para que no haya ninguna discrepancia en el momento que quieran desarrollar una actividad.”
Para los adolescentes como Lázaro de 17 años es más difícil quedarse en casa, pero lo sobrelleva empleando su tiempo libre en cosas que disfruta.
“Paso tiempo con mis hermanos, juego dominó, damas, cartas y veo la televisión. Me siento bien viviendo aquí”.
Annalié comparte esta opinión:
“Soy muy feliz porque te brindan el cariño que no todas las madres te dan. Estoy bajo un techo donde me lo proveen todo, donde nadie me maltrata y debemos estar agradecidos por lo que nos brindan en el hogar.”
Es indudable el ambiente familiar que se respira allí, los trabajadores se sienten sus padres y así los ven ellos, porque, como dijera Odalis Surós, estar a su lado es su razón de ser. Son el ejemplo vivo de que amor, con amor se paga.