Ana Mola, un ángel peculiar en el Museo de Céspedes

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Por Yasel Toledo Garnache | 8 octubre, 2018 |
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FOTO/ Armando Yero LaO

Ana Regla Mola Rodríguez es como un ángel muy peculiar en el museo Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes. Ella parece hablar siempre desde el alma, con mezcla de energía y belleza. Fundadora de la institución, el 30 de septiembre de 1969, jamás se ha separado de ese lugar. Tal vez porque su amor a la historia y Céspedes resulta
demasiado fuerte.

“Él es como un padre para mí, una brújula eterna, he estudiado tanto su vida y obra que siento conocerlo verdaderamente y lo quiero”, refiere con un tono especial esta gentil mujer, pequeña de estatura y piel oscura, quien entre sonrisas se niega a decir su edad.
Nacida en La Habana, manifiesta residir con inmenso placer en Bayamo, Ciudad Monumento Nacional, que la recibió cuando apenas tenía cuatro años.

“Siento un orgullo enorme al caminar por sus calles y recordar cuánto heroísmo alberga esta urbe”, manifiesta quien vive muy cerca del Parque-Museo Ñico López, otrora cuartel Carlos Manuel de Céspedes, atacado por jóvenes revolucionarios el 26 de julio de 1953, cuando también fue asaltado el Moncada, en Santiago de Cuba, todo organizado
por Fidel Castro.

Ganadora de diversos reconocimientos, como el Sello de Trabajadora Laureada de la Cultura y el Escudo de Bayamo, ella recuerda con especial agrado cuando recibió a Fidel Castro en el Museo de Céspedes, el 19 de diciembre de 1986.

“Al principio estaba un poco nerviosa, pero el Comandante era muy educado y agradable, por eso rápido me sentí con más confianza y lo acompañé durante las tres horas y 15 minutos que estuvo aquí”, expresa con un tono especial en la voz, muy cerca de una imagen grande de Céspedes, en la primera sala de la edificación, ubicada en el Centro
Histórico Urbano.

Hace un breve silencio, y luego narra que aquel día el Comandante en Jefe lucía emocionado, y pidió a una profesora de música invitada que interpretara un número relacionado con Bayamo. La joven, algo nerviosa, tomó entre sus manos el violín y dejó escapar La Bayamesa, primera canción romántica del país.

“El rostro de Fidel llegó casi al rojo intenso, él apretaba sus manos. Se notaba cuánto calaba aquella canción en él, y luego manifestó: ¡Qué pueblo! ¡Qué cultura!…”, agrega quien parece siempre incansable y ha colaborado con otras instituciones relacionadas con la historia.

Durante aquella jornada el gigante, vestido con uniforme verde olivo, habló al pueblo desde el balcón del museo, momento guardado como reliquia en la mente de Anita, como la llaman cariñosamente.

“Todos estábamos emocionados, como hipnotizados por él, y a la vez muy felices, por la satisfacción de conocerlo y percibir desde cerca su inteligencia y amor a Céspedes”, dice;  y levanta la mirada como si, gracias a la memoria, viera aquellas escenas otra vez.

Agrega que Carlos Manuel y Fidel tienen muchos puntos de coincidencia, pues ambos fueron hombres y patriotas íntegros, capaces de sacrificios personales a favor del pueblo, con ideas, maneras de comportarse y soñar a Cuba similares.

“Verdaderamente en nuestro país solo ha existido una Revolución, la iniciada por  Céspedes en Demajagua, el 10 de octubre de 1868, y continuada por otros como Fidel”, manifiesta con satisfacción quien habla siempre con mucho orgullo de sus maestros.

En junio del presente año, ella también fue la encargada de guiar, en ese mismo inmueble, el recorrido de Miguel Díaz-Canel, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.

“Él es maravilloso, heredero de las ideas de Carlos Manuel, Martí, Fidel y otros héroes de nuestro país”, asegura quien conversa como una hermana grande.

Mola Rodríguez resalta la importancia del alzamiento en Demajagua, el cual debe retumbar siempre en la mente de los nacidos en este archipiélago.

“Nosotros jamás podemos olvidar el sacrificio y valor de aquellos hombres que abandonaron todo lo material en busca del sueño de un  mejor futuro para el pueblo, incluido Céspedes, ejemplo de esfuerzo y patriotismo”, refiere quien adora comer frutas.

Tal vez cuando usted lea estos párrafos Ana Mola, la niña nacida en la capital, la bayamesa de corazón, la apasionada por Céspedes y la historia, camine por una de las arterias de esta urbe, cuna de otros insignes como Perucho Figueredo y Francisco Vicente Aguilera, lea un libro, reciba visitantes en la casa natal del Padre o siga pensando en
las formas más atractivas de enseñar a los demás el pasado de tantos esfuerzos y glorias, sustento del presente y el futuro.

Seguramente, continuará durante muchos años más entre imágenes, objetos personales de Carlos Manuel y el mundo de balas, heridas, muertes y victorias en una institución que constituye su segunda casa.

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  1. Gran mujer, muy modesta alguien muy cercana a mi me dijo q ue a Anita por sus conocimientos y por el amor que siente por Cespedes muchos la llaman la Novia de Cespedes , saludos para ella