En casas nuevas, espaciosas, sólidas y confortables, iniciaron este año 2019, ocho familias de Campechuela.
Sus flamantes moradas se encuentran en un edificio erigido por fuerzas de la Empresa de Construcción y Montaje Granma, a la entrada –yendo de Manzanillo- del centro urbano del municipio homónimo, a un coste aproximado de 50 mil pesos.
Uno de los dos apartamentos de la primera planta pertenece a Noemí Rivero Romero, quien tiene dos hijos con retraso mental, que padecen epilepsia y encefalopatía crónica, por lo que reciben asistencia social.
Ellos vivían en una casa perteneciente al actual esposo de Noemí, que no es el padre biológico de los descendientes de ella.
Por la asignación de la casa “estoy muy agradecida, es verdad que esta revolución no deja a nadie desamparado”, dice Noemí y las palabras suenan como salidas de lo más profundo de su alma.
“El apartamento –añade- está bueno, posee tres cuartos, sala amplia, comedor, baño, cocina, lavadero, agua. Los muchachos tienen el espacio y la tranquilidad que necesitan”.
AHORA CLAUDIA DUERME BIEN
El otro apartamento de la planta baja es propiedad de Juana Margarita Romero, en el que vive con su esposo, estibador, y su hija, Claudia, joven invidente.
“Esto es lo máximo, me ha venido de maravillas. Estoy muy contenta”, manifiesta Juana Margarita.
“Antes –prosigue- vivía a la orilla del mar, en La Marina, en una casa mala, mala, mala, y allí la niña (Claudia) no dormía y desde que me mudé para aquí, el 12 de diciembre (del 2018), ha sido una bendición para ella”.
Dos cuartos, cocina, comedor, baño y lavadero componen el apartamento de Juana Margarita, quien insiste: “estoy agradecida de Dios y de la Revolución, que me ha dado esta casa. También de Carlitos, Eva y todos los que me dieron la mano para que me la entregaran”.
William Chaveco, vicepresidente del Consejo de la Administración del Poder Popular, en Campechuela, precisa que los restantes seis apartamentos se entregaron a familias igualmente necesitadas, entre ellas cuatro que vivían en condiciones adversas en la franja costera de la localidad, que en el futuro cercano será cubierta por el mar como consecuencia del cambio climático.
Los inquilinos, indicó William Chaveco, pagarán, a plazos, de ocho a 10 mil pesos de los cerca de 50 mil a que asciende el costo de las viviendas, el resto lo subsidia el Estado Cubano, para que los hijos de Noemí tengan el espacio y la tranquilidad que requieren, y Claudia duerma bien.