El aplauso de Cuba por la salud

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Por Leipzig Vázquez García | 31 marzo, 2020 |
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Hace varias semanas en el mundo se escuchan aplausos honestos y llenos de amor, aplausos que van dirigidos a esos valerosos hombres y mujeres de batas blancas que han salido de casa para salvar vidas.

Cuba se sumó a ese gesto que incluye el nombre de muchos médicos y enfermeras que traspasaron fronteras o que, desde nuestro verde caimán, ofrecen su corazón y su sabia a quienes padecen el nuevo coronavirus.

Ese aplauso que muchos ofrecemos se convirtió en un símbolo, en un gesto de unidad, de solidaridad, en un sí me quedaré en casa para frenar esa pandemia global.

Al escuchar la convocatoria en el noticiero de la Televisión cubana sé que muchos como yo esperamos ansiosos las nueve de la noche, hora pactada en Cuba para el aplauso nuestro.

Muchas emociones me asaltaron en ese instante.  Pensé en mi hermano que ahora se prepara en La Habana para salir a combatir la enfermedad en otras tierras, en el amigo que desde Venezuela me escribe diciendo aquí estamos bien, nos protegemos y salimos a detectar posibles casos.

Imaginé a esos médicos que ya están vistiendo las incomodas escafandras en Italia,  en Argentina y en otras naciones caribeñas, en el peligro que corren, en su valor, en su coraje y en su humanismo.

Pensé, eso solo es de cubanos, de gente nuestra que con coronavirus o no, se levantan cada día y van a trabajar, a pesquisar, a las terapias, a los servicios esenciales de cualquier hospital de este país.

Y es que, aunque la pandemia azota, la vida no se detiene, siguen naciendo los niños y continúan atendiendo  a los enfermos renales. Todo ello muestra que en esta Isla no dejamos pasar la posibilidad de devolver esperanzas.

Allí,  en esa primera línea  están los médicos, enfermeros, técnicos; cumpliendo la cotidianidad de ofrecer salud a toda costa y continuar desafiando el peligro.

Pienso también en los que encaran el rostro de la pandemia muy cerca, desde las salas de aislamiento hasta los laboratorios donde se examina minuciosamente cada muestra, a ellos hay que admirarlos todavía más.

Ese aplauso cubano que haremos cada día a las nueve de la noche, desde nuestra ventana o balcones, será una invitación a agradecer a quienes se desvelan por nuestra salud. Con ese aplauso diremos yo me quedo en casa por ellos.

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