Arden las bardas

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Por Roberto Mesa Matos | 12 marzo, 2021 |
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Manzanillo.- Ya no hay historia, ni pachos tibios con nada, ni nadie. La disciplina, la responsabilidad, la conciencia y el buen andar del pueblo dejan mucho qué desear y aquí falta, un tin para que la Covid-19 ande como “Pedro por su casa.”

Que Granma esté hoy detrás de la capital cubana, una urbe con más de dos millones de habitantes, solo tiene una lectura: las alertas de los especialistas del sector de la salud pública, de los profesionales de los medios de difusión masiva, y del esfuerzo de las autoridades políticas y gubernamentales “cayeron” en saco roto.

La ciudad del Golfo de Guacanayabo confirmó este viernes 33 personas con la Covid-19, número que eleva hasta los 77 los casos activos con ¡323 contactos directos!, ya aislados pero que son potenciales positivos hasta que un PCR demuestre lo contrario.

El enfrentamiento al Sars- Cov- 2 requiere en esta costera localidad pasar urgente de las alertas a las aleccionadoras medidas porque en la tarea le va la vida a muchas personas: los indisciplinados hacen pagar también a los cuidadosos, que muy poco salen de sus casas.

En las colas (que continuarán) el distanciamiento físico es algo raro e inquietante. Usted puede emitir los criterios, que desee, “es que tengo que comprar algo para llevar a casa”. Oiga, pero a ¿costo de su salud?

Quizá los mecanismos de distribución y venta de productos de todo tipo demanden en la segunda ciudad más importante en el ámbito granmense requieran otro análisis, pero aunque usted disperse ofertas, la distancia en las filas depende de la actitud individual y exigirlas uno y los encargados de ello también.

Hace unos días, el doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud de Cuba fue concluyente en este tema: “No son las colas; es la manera en las que se hacen.”

Hace justo un año que en la Mayor de las Antillas el nuevo coronavirus desvela y estresa a miles de personas, en una triste realidad que aquí tiene que estrechar y fortalecer el desempeño multisectorial de los encargados de liderar cada acción gubernamental y sanitaria.

Cierto es que no se descansa y trabaja duro, pero tanto dirigentes como los funcionarios, especialistas, expertos e inspectores manzanilleros no deben dejar cabos sueltos a nadie, ni fiarse en la responsabilidad del pueblo porque en la Ciudad del Golfo hace tiempo la confianza le ganó la pelea al peligro.

¿Cómo permitir que aun en los barrios las personas anden como mejor les plazca?, ¿acaso este es un período para festejar algo y dar riendas a las fiestas?, ¿dónde están los actores sociales?, ¿cuándo se va a “sonar” una buena multa al bolsillo individual que deje caliente las billeteras?

Las interrogantes esperan respuestas efectivas, si bien en estas debe ir también la fuerte denuncia y rechazo del pueblo que las permite.

Ya es hora de que los manzanilleros anden de la mano de la responsabilidad y la disciplina para en el futuro, hoy un poco lejano, regresen los abrazos y las sonrisas sin esconder los labios detrás de un nasobuco.

Arden las bardas y no podemos permitir que nos queme a todos.

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