Arístides Viera, joven rebelde y justiciero

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Por Gislania Tamayo Cedeño | 18 marzo, 2016 |
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Todos los días Cuba recuerda cada hecho histórico, batalla, y combate acontecido desde el mismo día 10 de octubre de mil 868 cuando Carlos Manuel de Céspedes les dio la libertad a sus esclavos en el ingenio La Demajagua, comarca cercana a Manzanillo, en el oriente cubano.

El hecho que nos ocupa hoy es honrar al joven revolucionario Arístides Viera (Mingolo), hombre de caminar erecto, con paso firme y de fácil hablar, inagotable pues nunca tomaba receso en su constante trajinar.

Joven autodidacta, apasionado lector de José Martí, cuyas obras le acompañaron siempre. Por los obreros de la ciudad habanera de Marianao, a quienes se vinculó estrechamente, conoció y estudió con profundidad el marxismo-leninismo.

Arístides Viera inició sus actividades revolucionarias contra la tiranía desde el 10 de marzo de mil 952 cuando Fulgencio Batista dio el Golpe de Estado al hacer un mitin de protesta frente al Cuartel de Bomberos de Marianao, en La Habana.

Esta es su primera detención, a la que siguieron otras muchas, pero nunca cejó en el empeño de luchar por una Cuba libre. La ultima que sufrió fue en mayo de mil 957, es trasladado al Castillo del Príncipe. Allí permaneció por varios meses.

Desde este lugar acusó con valentía a los asesinos de Pelayo Cuervo a la vez que suscribió junto con otros compañeros un alegato al Tribunal Supremo denunciando las condiciones inhumanas de los presos políticos recluidos en el Príncipe.

Mingolo como le llamaban tuvo una actuación destacada en la huelga de hambre por espacio de quince días en la que protestaban por los abusos a que eran sometidos sus compañeros en el Penal de Isla de Pinos. Allí formulan un histórico documento al pueblo de Cuba.

La noche del 20 de marzo de mil 958 junto a Elpidio Aguilar Bravo, Pedro Gutiérrez Hernández y Rogelio Perea, deciden hacer justicia ante la muerte de Sergio González, El Curita.

Todo está listo para acometer la acción. Al llegar a la Quinta Avenida, se enfrentan en un duelo con la policía, momento a partir del cual se inicia la persecución.

Riposta el ataque. Exhorta a sus compañeros a que huyan y les cubre la retirada. Él esta herido en una pierna, no puede continuar y se interna en un matorral.

Uno de sus perseguidores lo descubre, al verse hostigado grita decidido ¡Abajo Batista! ¡Asesinos!. Su ametralladora dispara hasta la última bala.

Los esbirros al percatarse de que no dispone de más cartuchos se lanzan sobre él y descargan con fuerzas sus armas. Ventura Novo satisfecho de lo acontecido confesó: Hemos eliminado a uno de los hombres más peligrosos de La Habana.

En su testamento político escrito el 5 de marzo de mil 957 con una alta conciencia revolucionaria, mostró la profundidad de sus ideas: Combato la feroz tiranía que nos acogota y a todas las tiranías y fuerzas retardatarias que en el mundo existen, como es deber de los humildes, y ofrendo mi vida sin vacilaciones ni cobardías con la seguridad indubitable de que solamente incorporándonos todos los de abajo a la lucha abierta y valiente contra ella, lograremos derribarla; conquistando una verdadera independencia económica y política del imperialismo yanqui: padre de nuestros infortunios.

¡Queremos y hablamos mucho de nuestro Apóstol, pero nos empeñamos en desconocer e ignorar sus enseñanzas y sus prédicas! …Los fines fundamentales a que aspiro con plena conciencia de los factores clave y revolución, no se diferencian una molécula de los de Marx y Lenin”.

Arístides engrosó junto a Elpidio Aguilar, hace 58 años, la larga lista del martirologio cubano en la lucha contra la dictadura batistiana en defensa de la soberanía que hoy tenemos.

 

 

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