Caminar por las páginas de la historia de esta heroica nación es necesario en momentos como estos para entender qué somos y hacia dónde vamos.
Indagar más allá y descubrir el corazón dolido de la madre cuyo hijo cayó en combate o fue asesinado cruelmente por el ejército batistiano es parada obligatoria en este recorrido para comprender la grandeza de nuestro sistema socialista.
Mirar los ojos inocentes de aquellos que no sabían leer ni escribir y morían a causa de enfermedades hoy erradicadas en Cuba porque no tenían dinero para pagar, de quienes veían lejanos sus sueños de hacerse profesionales o la tristeza de los campesinos cuyas casas eran quemadas justo delante de los ojos y debían quedarse quietos guardando la rabia convertida en dolor es imprescindible.
Y es que estos son tiempos de compromiso revolucionario. Este es nuestro Escambray, nuestro Moncada, nuestro grito de Patria o Muerte.
Nuestra lucha hoy es desde el surco aportando a la economía, transita por el enfrentamiento a las indisciplinas sociales y las ilegalidades, el cumplimiento de las medidas orientadas en la actual situación epidemiológica y descansa en la batalla diaria de todos y cada uno de nosotros para avanzar y vencer.
Adentrarse en los pasajes históricos de esta isla mambisa aun cuando entristece por las vidas inocentes arrebatadas nos llena de energías y miles de razones para seguir y dar lo mejor de si desde el puesto de trabajo, el barrio y el hogar.
Cuba luce diferente a pesar de las dificultades. Un abanico de oportunidades invita a estudiar y crecer , a crear y desarrollarse, a innovar, a buscar alternativas.
Los cubanos hoy curan al mundo convertidos en paradigma de muchos. No hay ejército batistiano torturando jóvenes inocentes sino un pueblo uniformado que desde la Policía Nacional Revolucionaria o las FAR cuidan por la tranquilidad ciudadana.
Convencidos de cuanto ha costado nuestro presente mantendremos las conquistas de la Revolución.