En la precordillera de la Sierra Maestra, en la en la localidad Los Mameyes, municipio de Guisa, entre los sonidos armoniosos de los arroyos y la belleza de los Cupeyes (árboles predominantes y que dan nombre al lugar) un grupo de prestigiosos investigadores debate sobre el sitio idóneo  donde crear uno de los 13 jardines botánicos de Cuba.

La belleza de este entorno y la forma en que convergen en él, de forma natural, especies endémicas, pusieron punto final al debate que hace 40 años suscitaran el científico alemán Johannes Bisse, la doctora Ángela Leyva y Laureano Mesías, designado primer director del jardín botánico que se crearía en Granma.

Su fundación, por iniciativa del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, perfilaba vincular los servicios científicos e investigativos con la opción recreativa para potenciar la cultura integral del pueblo sobre la conservación y protección del medio ambiente.

El jardín botánico Cupaynicú, declarado área protegida con categoría de reserva florística manejada, y reconocido por ser el más natural de Cuba, cuenta en sus 104 hectáreas de extensión con un bosque de galerías hacia ambos lados del arroyo, y un bosque semideciduo que se caracteriza por una vegetación autóctona muy bien conservada, con un alto grado de endemismo cubano y un estrato arbóreo de hasta 30 metros.

“Las áreas no cubiertas de bosques fueron seleccionadas para las 15 colecciones culturales ordenadas por la asociación de familias botánicas por género y texones similares, y un jardín especializado de cactus y suculentas en el municipio de Pilón que avalan su insignia como el más natural de Cuba”, comenta Yanet Sam Pacual, directora de la instalación.

Sus misiones actuales se concentran en desarrollar acciones de conservación, el incremento sostenible de los recursos naturales, el rescate de las plantas amenazadas, la educación ambiental, actividades etnobotánicas, recreativas, e investigaciones científicas en las que muchas personas han dejado su impronta.

 

Nercy Pompa Máquez, la primera mujer en el oriente cubano en dirigir un jardín botánico, se confiesa una fiel admiradora de la naturaleza y del Cupaynicú en particular. En estos parajes en que el cielo y la tierra se funden armoniosamente y parecieran cantar odas a los enamorados, decidió realizar las fotos de los 15 a su hija, y dedicó también arduos años de trabajo.

“Primeramente hicimos un macro proyecto con todas las bellezas que hoy se perciben: el aula de educación ambiental, rehabilitamos  el ranchón como restaurante, hicimos una panadería, un comedor para los obreros, fueron tiempos de mucho trabajo porque todo tuvimos que crearlo de cero, pero fue una época muy bonita, de mucho compromiso y entrega.

“Volver hoy al cabo de 11 años ha sido maravilloso, no había retornado a la instalación y reencontrarme con colegas de trabajo me trajo muy buenos recuerdos. Lo he visto muy bien conservado y renovado con su mobiliario”, refirió Pompa Márquez.

CATASÚS: EL CIENTÍFICO MAYOR
De cúanto tiempo ha dedicado el doctor en Ciencias biológicas e Investigador titular, Luis Casasús Guerra al jardín botánico Cupaynicú, pueden dar testimonio los propios árboles: las plantas que fueron pequeñas, hoy se yerguen sobre él brindándole sombra, y de aquellas especies que tardan mucho en fructificar, ha visto gozarse unos cuantos frutos.

“Tan pronto supe que crearían un jardín botánico fui partícipe en la búsqueda del lugar para el cual teníamos tres propuestas, pero al apreciar la belleza de este lugar todos quedamos encantados.

“Tenía un área natural formada por dos bosques, uno de galería y otro semidesicuo mesófilo, con árboles de hasta 300 años de vida; también llamaba la atención una Guettarda , que normalmente es una planta arbustiva, y en este caso era una planta gigante, que hoy integra parte de la colección del sendero de los gigantes, como se decidió nombrar al área donde predominaban los árboles más longevos.

“Participé en la búsqueda de plantas que formarían parte de las áreas culturales, palmas, frutales y en peligro de extinción, en la cual he tenido mayor participación. Como Jefe de
proyectos de especies casi extintas de Granma se lograron rescatar varias de ellas: la Piper baracoanum León (Pimienta de Cuba), y la Annona cubencis (Anón), la Begonia Cowellii, y la Crotalaria Hermani.

“El proyecto que más beneficio tuvo fue el de las gramíneas de Cuba, que obtuvo insólitamente dos Premios nacionales de la Academia de Ciencias de Cuba, que constituyen premios del jardín también.

“El jardín Botánico Nacional es el más grande y el que más áreas culturales de árboles sembrados presenta; el de Cienfuegos, resalta por su antigüedad, más de cien años de fundado; pero el Cupaynicú, en cuanto a belleza natural, es el mejor”, asevera Catasús Guerra, reconocido como el único agrostólogo del Caribe.

AMANTES DE LA NATURALEZA
A cuatro décadas de fundado, el Botánico se renueva a tono con la nueva política de ciencia y el escenario económico que vive el país.

“Llevamos a cabo una serie de servicios científico-técnicos y servicios propios como fondos fotográficos, eventos en áreas naturales y alquiler de espacios para bodas, celebraciones de 15, cumpleaños y venta de plantas que se aúna al tradicional recorrido por las diferentes áreas del jardín.

“Se incorporan nuevas propuestas, como el asesoramientos para el mejoramiento del herbario, capacitación en materia de jardinería, vinculándose incluso con otras instituciones de ciencia que les permita mejorar la prestación de servicios desde la parte de la ciencia y comercial; y se exploran variantes para en un momento determinado a través de Citmatel fomentar la exportación de algunos servicios, y proyectarse por la creación de un banco de germoplasmas para garantizar un servicio de venta de semillas”, explicó San Pascual.

También se consolida en estos escenarios la educación ambiental, un componente decisivo en la sostenibilidad del área y su conservación en comunidades aledañas como La Nenita y Monjará, en las cuales se fomentan círculos de interés y trabajos con diferentes públicos para preservar nuestros senderos y dar a conocer nuestras principales líneas en la conservación de plantas, sobre todo aquellas que tienen un alto grado de endemismo o en peligro de extinción o categoría de amenaza.

Su impronta no descarta los avances científico-tecnológicos, encaminados hacia ellos perfilan una página digital en Facebook Lo más lindo del Cupaynicú, sobre los patios populares, y se piensa en el comercio electrónico para un mejor desarrollo teniendo en cuenta los ingresos que se puedan generar a partir de las exportaciones de servicios.

“Trabajamos en el incremento del potencial científico. En estos momentos se tratan de vincular a los jóvenes para potenciar la carreras universitarias afines a esta actividad, y se trabaja en propuestas para expedientes de categorización, lo cual nos permitirá fortalecer la institución en cuanto a investigadores, aspirantes, agregados, auxiliares; promovemos maestrías y doctorados, y trabajamos en la demanda de posibles propuestas de egresados universitarios que de una manera u otra puedan insertarse en el trabajo dentro del jardín.

Federico Hernández Hernández, Primer secretario del Partido Comunista de Cuba en Granma, al valorar la actividad del Botánico Cupaynicú en estos 40 años destacó su vitalidad en medio de un escenario de transformaciones que no ha estado exento de limitaciones materiales.

“Sin embargo, ustedes han sabido poner corazón a esta obra. Cuando uno aprecia la juventud de este colectivo laboral y el compromiso de sus trabajadores, se da cuenta de que vendrán muchos 40 defendiendo este sueño del Comandante en Jefe, defendiendo la naturaleza, educando a las nuevas generaciones en la preservación del entorno, y muchos años de ciencia, investigación y futuro.”