Manzanillo.- Lejos de cualquier referencia a una expresión triunfalista, este reportero se atreve a asegurar que la consagración y la responsabilidad son dos de los ingredientes esenciales con los que los hombres y mujeres de conservas y vegetales La Manzanillera cuecen sus producciones en la ruta laboral cotidiana.
Equipos técnicos que sobrepasan los cien años de uso y que funcionan gracias al talento y la voluntad de los innovadores, deficiente suministro de materias primas y de envases son pequeña muestra para ilustrar lo anterior.
Convencidos de eso, los conserveros de la ciudad del Golfo de Guacanayabo dibujan en el rostro una sonrisa de orgullo y manifiestan dedicación por lo que hacen y bien: el más reciente premio es que el jugo de mango Taoro puede incluirse en breve en la cartera de oportunidades para producciones con destino a la exportación desde Granma.
Ahí otro y definitorio detalle que fortalece el prestigio nacional de La Manzanillera, la calidad, cuestión decisiva en tiempos de competencias y de ofertas y demandas.
El ingeniero Eloy Velazco Saavedra, jefe de producción, dice que las propiedades y características de los tomates, mangos, guayabas y otras frutas y vegetales que reciben se comprueban desde la llegada a la entidad.
Es el equipo del laboratorio de control de la calidad el que da luz verde a que la materia prima entre a la línea de procesamiento industrial, momento en el que cuidan por los por ciento de sólidos iniciales a agregar a los tachos mezcladores, temperatura y presiones.
Velazco Saavedra comenta que después de salir de la fábrica son las elaboraciones a granel las más complejas de preservar por mucho tiempo en las unidades del comercio por los escasos equipos de refrigeración.
En ese tipo de situaciones, se encuentran la salsa manzanillera, a la que no se le puede agregar nada y a las mermeladas en medianas cubetas semiherméticas, alimento que debe refrigerarse una vez abierto el recipiente.
Vivian Sánchez Tolosa llegó hace un año y medio a la instalación y se enamoró de lo que hace.
La muchacha, técnica en control de la calidad de los alimentos, expone que las muestras las guardan entre seis meses y un año, mientras los distintos tipos de surtidos de conservas y vegetales se someten a rigurosos exámenes de verificación entre ellos los de olor, color, sabor, los sólidos y parámetros de la acidez y el PH, que cuidan cada dos horas en recorridos por la línea de producción.
De no existir el bloqueo económico de Estados Unidos a Cuba, las inversiones en la entidad se encaminarían a revitalizar la añeja maquinaria, objetivo que impide esa política hostil, pero que no limita la eficiencia y el sello de calidad de los quehaceres.
El colectivo de La Manzanillera lo tiene bien claro porque sabe que en ello va el prestigio de todos y la satisfacción del pueblo.