Hablamos durante casi dos horas en la sala de su casa, ubicada en el reparto bayamés Jesús Menéndez. Repasamos su infancia en las montañas de San Pablo de Yao, donde vio la luz, el 16 de febrero de 1949. Conversamos de su mudanza a Bayamo, bajo el techo de los bisabuelos, cuando apenas tenía siete años.
Fuimos de la broma a la seriedad absoluta y del béisbol a su familia, la que ha sido puntal para poder escribir su historia en la pelota cubana, una historia de más de 45 años, de emociones, recompensas e incomprensiones.
Vino al diálogo Amada, su adorada madre, quien en septiembre cumplirá los 96 y solo puede ver los partidos a ratos porque los nervios la atacan.
Carlos Manuel Martí Santos elogió la paciencia y la comprensión de Adis Sánchez Maceo, su esposa durante cuatro décadas; contó la pasión de María y Beatriz, sus hijas de 34 y 26 años, respectivamente. “La más chiquita hasta me llama por teléfono para criticarme una jugada”.
El piloto de la nave granmense también se refirió a sus lejanos días de futbolista o lanzador, facetas en las que no logró la cumbre pero sí aprendió cuántos sacrificios debe vivir un atleta. Contó anécdotas de desencuentros con superiores, expresó su orgullo por haberse graduado en el tercer curso de la entonces Escuela Superior de Educación Física (ESEF) Manuel Fajardo, en la capital cubana. “Tenía 17 años cuando empecé y venía dos veces al año a la casa”, dijo al respecto en la arrancada de la entrevista con La Demajagua.
Conversamos de la época en que fue alumno de Juan Ealo, de sus encuentros con Fidel y, por supuesto, del futuro.
-Lleva 47 incursiones como director en torneos cubanos (33 series nacionales, 12 selectivas y dos superligas). Hemos escuchado que con este título de Granma pudiera despedirse de los diamantes. ¿Es cierto eso?
-Sí, es algo que he meditado mucho, que he consultado con la familia. Hay un desgaste lógico porque ya son 72 años y uno necesita estar más tiempo en la casa. En este mundo nuestro hay muchas cosas que te reconfortan, pero también uno ve muchas injusticias.
“En este momento no puedo asegurarte nada porque uno se debe también a una provincia y a un organismo deportivo; si me haces la entrevista en unas semanas sabré responder con certeza. Solo digo que aunque me retire como director seguiré en la pelota, si me piden un consejo o una consulta siempre podrán contar conmigo.
-Hay quienes hablan de la magia del manager para poder tener resultados. Si Carlos Martí se fuera, ¿existiría otra persona que mantenga los logros de Granma?
-Pienso que en la provincia hay varias personas con capacidad para mantener los resultados. Por ejemplo, en el propio cuerpo de dirección de este equipo contamos con varios técnicos con conocimientos; la experiencia se irá ganando en el terreno.
-En varias entrevistas ha dicho que dirigir el equipo nacional no le quita el sueño, ¿no aceptaría ese puesto?
-Si no lo aceptara sería un ingrato. Es muy bonito representar al país y siempre digo que es rico viajar cuando no debes poner un centavo, como en el caso de Cuba. Honestamente también digo que no sería un problema si no me ponen. No trabajo para viajes, trabajo para el béisbol y para mi provincia.
-Algunos periodistas han mencionado, con admiración, sus lágrimas al concluir el partido que le dio el tricampeonato a Granma.
-Soy un ser humano que siente y padece; que tiene sangre. Sangre fisiológica y sangre beisbolera. Yo creo que nadie quiere que le salgan las lágrimas en una transmisión de televisión, solo que había una emoción extra en este campeonato. Vivimos muchos obstáculos, unos conocidos por la afición, otros no. Llevamos casi un año en estos trajines, con la COVID-19 afectándonos, sin público y con el esfuerzo inmenso de los atletas.
-Se mantuvo 17 años consecutivos como timonel del equipo de esta provincia, pasó unos años fuera de ese puesto, retornó y volvió a irse. Desde el 2014 regresó otra vez. ¿Pensaba que le llegaría la gloria conquistada en este último lustro?
-Cuando ganamos la medalla de bronce en 1989 lo consideramos como un resultado histórico; era una época brillante de la pelota en Cuba y ese puesto fue muy meritorio.
“Ahora soñaba con cosas positivas, con triunfos, pero siendo sincero diría que no me imaginaba ganar tres campeonatos en cinco años. Demuestran un crecimiento del béisbol en Granma, algo que fuera imposible sin el aporte de los entrenadores de todos los niveles”.
-¿Los dos momentos más amargos y los dos de mayor alegría en tantos años como estratega?
-Ufff. Se las trae esa pregunta. Tuve una experiencia muy amarga antes de los Juegos Olímpicos de 1992, en Barcelona. Estaba en el cuerpo de dirección y me habían dado ya hasta el uniforme; sin embargo, a última hora Jorge Fuentes, el director, me llamó para decirme que había una reducción de plazas, era un técnico y ese fui yo. Otro hecho que me hirió fue cuando me quitaron como director del equipo nacional juvenil después del mundial de 2006 en Sancti Spíritus. Había ganado el de 2004, no clasificamos en el siguiente y me sacaron sin una mínima explicación.
“Y momentos felices hay muchos, ganar una serie selectiva (1981) con 32 años fue grandioso; los dos títulos anteriores también, aunque creo que ninguno se compara con este”.
-¿Si tuviera que agradecer a personas que lo enseñaron y ayudaron a ocupar el alto sitial que tiene en la pelota cubana, a quienes no dejaría de mencionar?
-Son muchos. Conrado Marrero me enseñó incontables secretos del béisbol y siempre lo voy a tener como un referente; al igual que a Pedro García Lupiáñez, un dirigente que vivía y moría por la pelota.
-¿Cree que Granma tiene potencial en sus peloteros para mantenerse en la élite?
-Creo que sí. Veo un grupo de muchachos talentosos como el receptor Gumersindo Cisneros, los jugadores de cuadro Miguel González y Darlin Jiménez, además de la sensación de este año, Guillermo García, quien también se desempeñaba en los jardines. Ahí también tenemos a Darian Palma, Francisco Venecia y Miguel Pita Bejerano; además del pitcher Carlos Santana, por solo mencionar algunos. Este año jugarán más y por lo tanto se desarrollarán más.
“Para mí el área más compleja es la de los lanzadores. Tenemos que buscar más muchachos con condiciones. En la receptoría, además de Gumersindo, hay otros atletas talentosos.
-Tiene fama de haber sido “recio” durante toda su vida como director.
Si me autoevaluara, pudiera definirme como un sargento. La disciplina es fundamental en un equipo, nunca exijo a un atleta lo que yo mismo no hago. No puedo decirle que no tome si fuera un borracho. Soy humano y cuando alguien me plantea un problema, lo ayudo; lo que sí nadie me venga con mentiras, eso lo detesto. El director debe limitarse de hacer unas cuantas cosas si quiere imponer autoridad, tiene que respetar y ser respetado.
-Ha mencionado constantemente a Fidel en estos días
-Cómo no hacerlo. Imagina un guajiro de la Sierra Maestra dirigiendo un Clásico Mundial en Japón, o en una serie nacional de pelota. Al Comandante en Jefe siempre le estaré agradecido, al igual que a las autoridades de la provincia, su apoyo ha sido incondicional. Los familiares de nuestros atletas y entrenadores también merecen una medalla y especialmente el pueblo, ese es nuestro principal impulso.