Manzanillo tiene su fecha de fundación en 1792, con el establecimiento de la real cédula. Desde su surgimiento comienzan a converger varios elementos étnicos entre ellos, catalanes, isleños y negros esclavos que imprimieron como fruto de la migración, un sello muy distintivo a las festividades populares.

“No es hasta mediados del siglos XVIII, con el llamado San Joaquín que se establece una fiesta popular como tal”, esclarece José Antonio Matilla Vázquez, director de la Oficina de Monumentos y Centros históricos.

El jolgorio fue establecido por el chino Joaquín, cuyas ganancias resultantes de sus negocios, le permitía asumir los gastos de estas fiestas concentradas alrededor del parque y con el tiempo, diseminadas por la ciudad.

“Para principios del siglo XX, los carnavales se establecían ya con kioscos y elementos decorativos asociados a la impronta del Caribe, pues somos un pueblo rodeados de mar.

“Ejercían su influencia dentro de las fiestas los negros con sus congas, los blancos y alrededor de diez sociedades de recreo, entre ellas la colonia española, donde radica hoy la Casa de la cultura; el club 10; el de ebanistas, y la Sociedad de color”, expone Matilla Vázquez.

Comparsas a través de la historia han existido muchas. Refieren que antes del triunfo revolucionario, por ejemplo, la fábrica de Ron Pinilla patrocinaba comparsas y carrozas que aunque se ha perdido y es una modificación importante, lo importante es que la tradición se mantiene viva, palpitante.

“En la loma, el festejo cobraba otra magnitud, los participantes bajaban arrollando congas hasta el llano y se unían a su paso. De ahí surge el sogón, una soga con la cual demarcaban el área que correspondía a cada familia y a la cual se sumaban amigos, para descender juntos a ritmo de este tradicional sogón, la loma.

“Constituye una arraigo además, que numerosos hombres se vistan de mujeres; otros se disfracen, y que el manzanillero brinde de tu cerveza y tú brindes con la de él. Esa es una cortesía dentro de sus carnavales”, comentó Vázquez.

A su juicio, son unos festejos muy intensos, incluso refiere que estudiosos de la Casa del caribe han comparado los cuatro días del carnaval de Manzanillo con los de Santiago de Cuba y han catalogado los de la tierra caliente como los de mayor magnitud, pero los de la Ciudad del Golfo, como los más intensos.