Cautivados por la música de órgano

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Por Yasel Toledo Garnache | 18 agosto, 2015 |
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Órgano musical El Gallito
Foto de Rafael Martínez Arias.

Se presentan en el parque u otros lugares públicos, en Guisa. Poco a poco, la gente se acerca para observarlos y escuchar su música. Ellos sonríen, y siguen con ritmo, a pesar de que apenas tienen entre 7 y trece años de edad.

Uno maneja la manigueta y la gran caja de música, que los acompaña, expulsa las melodías. Los demás las enriquecen con la paila, tumbadora, el guayo y otros instrumentos. El público lo agradece con bailes y la alegría en sus rostros.

El órgano de niños El Gallito gana adeptos en guiseros y visitantes. Su director, Yunier Leyva Gómez, explica que la idea del proyecto fue del director municipal anterior, quien, en estos momentos, cumple misión internacionalista. “A principios de febrero, compramos el equipo y, luego, hicimos las captaciones, en la Casa de Cultura, a partir de pruebas de ritmo. Realizamos una reunión con los padres, y empezamos los ensayos. El 9 de marzo nos presentamos en el carnaval infantil”.

Alejandro Ramos Pérez, músico de órgano jubilado, historiador de esa manifestación artística y uno de los profesores, señala: “Estos muchachos tienen talento, pues han logrado, con calidad, un repertorio de 15 piezas en apenas cinco meses. Ninguno ha pasado por centros de formación artística, pero trabajamos duro cada martes, jueves y sábado. Sus familiares nos apoyan.

Agrega que otros infantes piden que los incluyan, por eso “pensamos hacer un taller y más captaciones”.

DE LOGROS Y SUEÑOS

Yosvany Ortega Arias, quien toca las pailas, dice que le encanta pertenecer a este grupo, porque “comparto con mis compañeros. En el barrio, me dicen ‘ustedes son los mundiales’, y eso me encanta. Ojalá se nos peguen algunas noviecitas, por eso sería bueno que nos incluyeran una corbata elegante en el traje y tengamos instrumentos propios, para no utilizar los mismos que los adultos”, concluye sonriente.

Para Leinier Pérez, también es una experiencia maravillosa: “Me siento bien con el guayo y por cantar en el coro. Me pongo alegre cuando mi mamá está en el público”.

Ella lo miraba con atención, desde una silla cercana, y expresó estar orgullosa y feliz: “esto lo motiva y ayuda mucho hasta en la escuela especial, donde es alumno. Está más alegre”

Miguel Martínez, de la tumbadora, añade: “Ojalá fuéramos a otros territorios con frecuencia. A todo el mundo le debería gustar esto porque es música tradicional”.

Para Brayan Alejandro, lo mejor es sentir alegría y que “somos importantes”.

Ellos recuerdan de forma especial el encuentro con Fernando González, Héroe de la República de Cuba, durante su visita a la provincia, quien “nos felicitó y abrazó”.

En el parque, las melodías corrían libre, y algunos bailaban. Juan Guerra Castellanos, poblador de 62 años, enunció que es alentador presenciar este espectáculo tan lindo y como dominan los instrumentos, a pesar de sus cortas edades. “La primera música que conocí fue esta y, desde entonces, me encanta. Antes, atraía tanto público como una orquesta”, concluye y sonríe, como si recordara su etapa de juventud.

Para Leibis Ramírez, de 30 años y trabajadora de la Salud: “Deberían existir proyectos similares en toda la provincia”.

La pequeña Lilian Rodríguez los observaba con detenimiento, y dijo: “Yo también quiero aprender”.

Multiplicar esa iniciativa sería favorable para contribuir, en mayor medida, al gusto por esta práctica, llegada a Cuba a finales del siglo XIX y con amplia aceptación desde entonces, especialmente en Granma, donde se desarrolla, cada año, el único festival de ese tipo de música en el país y, desde donde hace más de un siglo, la familia Borbolla, en Manzanillo, impulsara tanto la multiplicación del invento, traído de Europa, en la parte oriental de Cuba.

Existen otras experiencias con infantes en municipios como Río Cauto y Yara.

Tal vez, los gallitos de Guisa ahora mismo ensayen en el local, ubicado en el centro urbano de ese territorio, o se presenten delante del público. Seguramente, entre ellos habrá eternos cultivadores de la tradición. Quizá ese sea el mayor encanto del proyecto, junto a los sueños de sus miembros. Ojalá esa sensación del arte, de ayer y hoy, gravitando llegue a todas partes.

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