Santiago de Chile, – La histórica caída del respaldo a la gestión del presidente Sebastián Piñera y de todas las instituciones de Chile, continúa generando evaluaciones y críticas sobre la profunda crisis social y política que vive el país.
Desde hace tiempo los sondeos de opinión no resultan nada favorables al mandatario, cuya actuación errática o totalmente sorda a los reclamos populares luego del estallido social del 18 de octubre de 2019, deterioró aun más su imagen.
Pero la gota que colmó el vaso fue una reciente encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) según la cual el respaldo al mandatario es de solo seis por ciento, pero ese mismo porcentaje de reconocimiento lo tiene la Fiscalía, mientras que es aun más bajo para el gobierno (cinco), el parlamento (tres) y los partidos políticos (dos por ciento).
Asimismo sufrieron fuertes caídas desde la iglesia católica y las instituciones armadas hasta los medios de prensa, según reflejó la CEP, considerado el sondeo más respetado del país por la profundidad y amplio espectro de temas que abarca en sus consultas.
En esta ocasión el estudio era más esperado aún pues abarcó el período posterior al 18 de octubre último, fecha en que se destapó un movimiento de protestas sin precedentes en Chile.
De inmediato, el sondeo removió a todo el espectro político chileno desde donde se han escuchado autocríticas y análisis del más variado corte, pero con el factor común de reconocer que la crisis social y política que padece Chile es de enormes proporciones.
Al analizar los resultados, el académico y cientista político Bernardo Navarrete consideró que “dejan a la administración de Piñera fuera de la discusión del plebiscito previsto para abril y de las negociaciones para las elecciones de gobernadores y alcaldes, anunciadas para octubre próximo”.
Para Navarrete “no hay capital político para respaldar los próximos dos años de presidencia de Piñera, e incluso consideró que el gobierno se quedó con poco nivel de maniobra para poder hacer cambios de gabinete para sustituir a las figuras más devaluadas actualmente como los ministros de Educación y Salud.
Asimismo señaló que la aprobación de los personajes políticos es tan baja, que ya no se debe hablar de los “mejor evaluados” sino de los “menos reprobados” y explicó que considerar como positivo una valoración del 27 por ciento evidencia que existe un problema grave de liderazgos en el país.
Incluso para el derechista senador de Renovación Nacional, Andrés Allamand, consideró que si el gobierno quiere mejorar su aprobación tiene que trabajar más en la agenda social propuesta por Piñera, pero considerada como muy insuficiente por el movimiento popular.
Desde la voluble Democracia Cristiana el senador francisco Huenchumilla ilustró que “la encuesta CEP no deja títere con cabeza, salen todos mal”.
Al respecto admitió que “esto viene a ratificar la campanada que nos dio la ciudadanía, en el sentido de que el mundo político tiene que reciclarse y escuchar la voz de la gente, y desde el presidente de la República para abajo. Los partidos políticos, las organizaciones, tenemos una tarea pendiente”.
Desde el centrista Partido Radical, su presidente, Carlos Maldonado, dijo que “siempre es bueno respetar las normas vigentes, y estas son que tenemos un Gobierno que fue electo democráticamente, pero que perdió completamente su proyecto político y el apoyo ciudadano y, por lo tanto, lo que debiera hacer es buscar un gran acuerdo nacional con la oposición”.
Y añadió que si Sebastián Piñera no está dispuesto a eso, “debiera dar un paso al costado y, en ese caso, lo que dicen las normas es que el Congreso Nacional elige a un gobernante por el periodo que falta”.
Precisamente, desde el inicio de las masivas protestas que ya cumplen tres meses la salida de Piñera ha sido una exigencia creciente y en esa misma línea se expresó el diputado y presidente de la Federación Regionalista Verde Social, Jaime Mulet.
Al respecto, adelantó que insistirá en su proyecto de reforma constitucional presentado en octubre, que faculta al Senado a convocar a elecciones generales de diputados, senadores y presidenciales, en caso de declararse la inhabilidad o aceptarse la renuncia del Presidente de la República.
El parlamentario consideró que “hay un desprestigio y una molestia muy grande porque ni el mundo político ni el Presidente de la República que tiene la mayor responsabilidad y las facultades, ni el Congreso, han sido capaces de enfrentar de buena manera el problema que el país ha planteado a través del estallido social”.
La aprobación que muestra la encuesta CEP del Congreso Nacional, los partidos políticos y el propio Presidente es deplorable, dijo y opinó: yo creo que tanto Piñera como el Congreso deberían renunciar y debería haber una elección de un nuevo Presidente y un nuevo parlamento porque no se está haciendo y tomando las medidas que hay que tomar, puntualizó.
En tanto, mientras las voces de la calle que reclaman la salida de Piñera no se acallan y en los medios políticos cada vez se escucha más la expresión de que se ha tocado fondo, desde el gobierno se admite la crisis pero se carga la mano en la idea de que el descrédito no es solo de Piñera, sino compartido.
El propio ministro del Interior, Gonzalo Blumel, una figura joven que se ha desgastado a la velocidad de la luz ante los reiteradas violaciones de los derechos humanos tras el estallido social, lanzó ese razonamiento al ser interrogado por la prensa sobre los resultados del estudio del CEP.
Al respecto consideró que el sondeo muestra un “problema general” y es un llamado de atención para todas las instituciones y liderazgos políticos pues lo único que hace es reflejar la existencia de una crisis de confianza y de legitimidad de la ciudadanía hacia las instituciones públicas.
Que el gobierno con Piñera al frente tiene la brújula perdida es un hecho, pero para muchos analistas las alarmas están encendidas en un año en que el país se aboca a importantes acontecimientos como el plebiscito para una nueva Constitución, en medio de un clima en el cual el malestar social no parece haber decaído, sino que, aseguran, puede estallar de nuevo, incluso con mayor fuerza.