Por estos días de octubre hace 58 años, el devastador ciclón Flora mantenía en jaque a los pueblos de la provincia de Oriente, particularmente en el Valle de Cauto, donde las aguas ocasionaron la muerte a mil 157 personas y destruyeron totalmente más de 11 mil viviendas.
Este implacable fenómeno comenzó a azotar a nuestro país el 4 de octubre de 1963 por Punta de Maisí y durante cuatro días permaneció casi estacionario sobre la región del Cauto, tendiendo un lazo sobre el territorio para cruzar su vórtice en varias ocasiones.
Solamente en esta zona del Cauto, hoy provincia Granma, incluido Contramaestre, originó 757 víctimas fatales, donde no existía una infraestructura hidráulica para atenuar las inundaciones.
En la ciudad de Bayamo, por ejemplo, las aguas subieron hasta la cintura de una persona por la calle línea alrededor de los elevados, y en las calles que circundan el parque central (Plaza de la Revolución) llegaban hasta el nivel de las rodillas, pues el rio Cautillo abrazó a la ciudad.
En tanto el rio Bayamo su caudal subió por encima del altísimo puente de Jabaquito que colapsó, incomunicando por tierra a la hoy capital granmense con esa barriada y con la carretera a Manzanillo, en tanto las aguas del rio Cauto se ampliaron 20 kilómetros más allá de su habitual cause.
Algo similar ocurrió en Cauto Cristo, donde las aguas impidieron el cruce desde Bayamo y esa localidad, con Holguín.
El puente que comunicaba a Contramaestre con Palma Soriano, también se derrumbó al pasarle por encima las aguas, quedando aisladas ambas ciudades.
Para rescatar a cientos de personas encaramadas en los techos de viviendas o en los árboles, resultó decisivo el trabajo de los pilotos de helicópteros de la Fuerza Aérea Revolucionaria, dirigida por el Comandante Juan Almeida Bosque, quienes guiaban su rumbo mediante la sintonización de CMKX Radio-Bayamo.
La presencia de Fidel Castro en Bayamo, junto al Consejo de Ministros, para dirigir las operaciones, resultó ejemplo significativo, quien tuvo que enfrentar un accidente cuando el anfibio en que cruzaba el Cauto trató de hundirse.
Quienes vivimos aquella tragedia durante casi cinco días no podemos olvidar los terríficos gritos de niños muy pequeños llamando a su mamá desaparecida en las profundas aguas de ríos y arroyos, el traslado de rescatados con los pies muy hinchados o heridos, desde el aeropuerto hasta el hospital General Milanés.
Un hecho catastrófico resultó el desplome de la loma Pinalito que cerró el cauce del río Guamá, en las montañas de Guisa, ocasionando numerosas muertes de familias campesinas radicadas allí, en Las Guineítas y otros sitios de la Sierra Maestra.
Fueron tales las torrenciales precipitaciones que en algunas localidades los totales de lluvia superaron los promedios históricos de un año, al llegar a los mil 600 milímetros
A partir de la experiencia del Flora, surgió por iniciativa de nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro, la Voluntad Hidráulica, y fue creado el 12 de octubre de 1965 el Instituto de Meteorología que hoy cuenta con más de cien estaciones sinópticas, climatológicas, equitométricas, y más de una decena de radares, con un sistema de telecomunicaciones que enlazan todas las redes en el país.
Surgieron después numerosas presas y otras obras hidráulicas, como la Toma del Cauto y las presas Buey, Cauto el Paso, Guisa, Cautillo y la “Carlos Manuel de Céspedes” de Contramaestre, entre otras.
Se crearon laboratorios para el estudio de los ciclones mediante la colaboración solidaria de la Unión Soviética, así como el Centro Nacional de Investigaciones en Santiago de Cuba, del Instituto de Geofísica y Astronomía, para el estudio de los sismos y maremotos.
Esta segunda tragedia más grande de Cuba, precedida por el de Santa Cruz del Sur (Camagüey, 9 de noviembre de 1932), abrió el camino para evitar catástrofes similares en el futuro, creándose una poderosa infraestructura hidráulica en todo el país.