Cocina popular en días de ciclón

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Por Sara Sariol Sosa | 15 septiembre, 2017 |
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FOTO/ Rafael Martínez Arias

El sector gastronómico granmense, que desde hace algún tiempo andaba en busca de ampliar sus horizontes, para aterrizar en ofertas más prácticas, se convirtió en una gran cocina popular en los días de azote del huracán Irma.

Los trabajadores del ramo volvieron a hacerse útiles, como en otras tantas ocasiones, en los centros de evacuación, donde garantizaron la alimentación de aquellos coterráneos que el Estado refugió, porque residen en zonas vulnerables.

Irma durante su paso, estimuló iniciativas nuevas: una, el montaje de cafeterías en esos lugares de protección; otra, y acaso la más llamativa, la habilitación de cocinas colectivas y fondas en todos los Consejos Populares, para servir a los granmenses que, afectados por continuas interrupciones del servicio eléctrico, no tenían en casa otro medio para cocinar sus alimentos.

Las ofertas, a precios módicos, alcanzaron, según información de directivos del sector, 503 mil raciones de arroz, 492 mil de potaje, y cerca de 400 mil de croquetas, huevos y otros alimentos que los cubanos llamamos plato fuerte.

Los precios accesibles, fueron unificados por esos días, también, en restaurantes y cafeterías ubicados en todas las localidades del territorio.

Y, aunque siempre se ha hecho en días de ciclones, creció la habilitación de puntos de venta de productos, a propósito de Irma, aumentaron las ofertas de galletas, sirope, ahumados, embutidos, …, con los cuales la población se apertrechó para enfrentar la contingencia.

¿Qué mensajes deja esa aplaudida gestión? En primerísima instancia, una elevada expresión de voluntad y solidaridad y, también, la certeza de que aún es posible ampliar las ofertas gastronómicas en situaciones normales.

Por lo pronto, la red de ajiaqueras se extenderá,  ya se han definido diferentes barrios donde quedarán situadas pequeñas unidades para expender ese elaborado de criollo arraigo, y que, en días de limitado tiempo, por razones de trabajo u otras impuestas por la cotidianidad, a cualquier familia le salva un almuerzo.

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