Colón en la tierra más hermosa

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Por Gislania Tamayo Cedeño | 28 octubre, 2019 |
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Los Reyes Católicos decidieron respaldar el plan de Cristóbal Colón. El 17 de abril de 1492 se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe o documento-contrato, que estipulaba las condiciones en que Cristóbal Colón haría el viaje descubridor.

Su empeño se materializa cuando en mil 492 llega a las costas de Cuba hace 527 años el marino genovés Cristóbal Colón,  un hombre con grandes conocimientos de navegación, que le presentó a los Reyes de España el proyecto de viajar a las Indias por otra vía que no era la establecida.

El 2 de agosto de 1492 ordena embarcar a la tripulación, y al día siguiente, faltando poco para que saliera el sol, parte del puerto de Palos con sus tres naves: La Niña, La Pinta, y La Santa María.

Los hermanos Martín y Vicente Pinzón tomaron la dirección de las dos carabelas y Colón dirigió la nave. La tripulación estaba formada por 120 hombres.

La desesperación de no encontrar  tierra provocó algunas sublevaciones en la tripulación. Así fue como Colón les prometió que si en tres días no vislumbraban tierra firme regresarían a España.

Pronto los vientos aumentaron, y con ello se intensificó la velocidad de navegación y comenzaron a aparecer indicios de hallarse cerca de la costa: se veían  algunas bandadas de pájaros y maderas que flotaban en el mar.

Después de navegar varios días,  con muchas dificultades, llegaron a un islote de las Lucayas que Colón llamó San Salvador, como acción de gracias a Dios. Era el 12 de octubre.

Creía Colón haber llegado a la India o muy cerca de este país.

El almirante descendió a tierra con el notario real, el capellán y los oficiales; luego se arrodilló, dio gracias a Dios y con gran suntuosidad tomó posesión de la isla en nombre de los Reyes Católicos.  Los indígenas, desnudos y aparentemente inofensivos, avistaban con curiosidad a los recién llegados.

Colón escribiría… Son tan ingenuos y tan generosos con lo que tienen que nadie lo creería de no haberlo visto. Si alguien quiere algo de lo que poseen, nunca dicen que no; al contrario, invitan a compartirlo y demuestran tanto cariño como si toda su alma fuera en ello (…)

Estas personas fueron identificadas como los indios tainos, hablaban un idioma desconocido y pertenecían a una raza que no se parecían en nada  a las descritas en los libros de los exploradores.

De esta isla continúan viaje, y el 27 de octubre 1492 llega anocheciendo a la costa norte de la antigua provincia de Camagüey, y ancla sus naves. Había tocado tierra cubana.

Los españoles seguían manteniendo relaciones con los indígenas y  vieron por primera vez el maíz, las canoas, las hamacas y el tabaco.

A la mañana siguiente Colón decide no desembarcar en esa zona, y después de esperar un tiempo, toma rumbo oeste.

Llega a un “río caudaloso”, el que describió como “Río de los Mares” y en ese lugar pisó tierra cubana. Navegó río arriba, y después escribió “Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto”.

Las dificultades del viaje de regreso fueron enormes, pero en todo momento Colón demostró sus magníficas dotes marineras.

El recibimiento que tuvo Colón en Barcelona fue grandioso, y los reyes le confirmaron todos los privilegios pactados en Santa Fe. Enseguida iniciaron contactos diplomáticos con el Papa para conseguir la concesión sobre las tierras descubiertas y por descubrir, y con Portugal para establecer una frontera en los descubrimientos, tema que provocó tensión entre ambos reinos.

En su segundo viaje, Colón encontró que el Fuerte La Navidad había sido destruido, y sus ocupantes muertos por los indios.

En este viaje Colón confirmó su creencia de que Cuba era un continente, pues navegó por la costa sur, y casi al llegar al Cabo de San Antonio, dio un giro de 180 grados, para de regreso a España pasar por Jamaica, Santo Domingo, y Puerto Rico.

El cuarto y último viaje fue el más incierto de los que emprendió Colón.

Los objetivos no se cumplieron, las dificultades del viaje y la delicada salud quedan explicadas en las amargas palabras escritas en una carta a su hijo Diego, escrita al poco tiempo de llegar:

“He servido a Sus Altezas con más diligencia y amor que los que pudiera haber empleado en ganar el Paraíso; y si en algo fallé fue porque era imposible o estaba más allá de mis conocimientos y poder. Dios Nuestro Señor, en tales casos, no pide a los hombres más que buena voluntad”.

Su regreso definitivo a España se produjo el 7 de noviembre de 1504. Después de reclamar infructuosamente sus derechos al rey Fernando durante dos años, y ya enfermo y cansado, el almirante se instaló en un convento franciscano. Tenía el cabello prácticamente blanco, arrugas que le surcaban el rostro y unas oscuras ojeras en torno a los ojos.

Cristóbal Colón después de su cuarto viaje, se torna afligido y triste.  Ve como se le aproxima la muerte sin reconocimiento alguno, prácticamente abandonado muere en Valladolid. España rodeado de los monjes franciscanos.

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