Comida en El Majá

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Por Sara Sariol Sosa | 26 mayo, 2021 |
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FOTO/Rafael Martínez Arias

 

 

Los esfuerzos de Media Luna por agenciarse su polo productivo fueron contactos por la máxima dirección del Partido y del Gobierno en Granma, como parte del sistemático programa de intercambio con los municipios que sucede al  VIII congreso del organismo político.

Alexánder López Soler mira a su alrededor y comienza a enunciar cuanto tiene plantado en su tierra: maíz, yuca, calabaza, melón, plátano…

Agrada ver tanto verdor, al menos ahora, porque antes de que él recibiera en usufructo aquella extensión de 65 hectáreas, el marabú campeaba por su respeto.

A fuerza de sudor y voluntad y con la ayuda de 50 hombres, poco a poco, fue deshaciéndose de la maleza, hará unos dos años.  Cuando la faena llegó a término, aunque las tierras estaban roturadas, las lluvias malograron la siembra, pero ya las plantaciones se espigan en garantía de alimentación popular.

Fue Federico Hernández Hernández, primer secretario del Partido en Granma, quien en reciente recorrido por esas áreas, sugirió el nombre: El Majá, en alusión al mote de la zona donde están enclavadas, y así probablemente trascienda lo que de hecho constituirá el polo productivo de Media Luna.

FOTO/Rafael Martínez Arias

El costero municipio, hasta ahora, no disponía de grandes extensiones compactas de cultivos varios, y ahora le está naciendo una organización productiva de ese alcance, con proyecciones de ampliarse, y con sostén en el decreto Ley 358.

Ese cuerpo legal, como se conoce, regula la entrega de tierras estatales ociosas en concepto de usufructo gratuito por tiempo determinado a personas naturales, y por tiempo indeterminado a personas jurídicas, para que las exploten racional y sosteniblemente atendiendo a la aptitud de los suelos, y en función de la producción agropecuaria, cañera, forestal y de frutales.

Alexánder López ha abrazado esa apertura, con el mismo ímpetu con que dos décadas atrás se entregó al programa apícola.

De sus 400 colmenas extrae como promedio anual  de 30 a  35 toneladas de miel ecológica con destino a la exportación, aunque hay años en los que ha superado las 40.

La clave es simple y tan inmensa a la vez, como un receloso manejo de las colmenas, y el cambio de reinas cuando así procede, con complemento de una zona polifloral, con predominio de soplillo y campanillas.

El Majá se ha convertido es su nuevo y gran reto, una empresa que demanda pura voluntad, porque como el mismo reconoce, no es tan fácil de sol a sol, y todos los días, ganarle el desafío a la tierra. Pero para él y los trabajadores eventuales en quienes se apoya, la suerte está echada, y ya se espiga el compromiso de que aquel pedazo de suelo, con nombre de reptil, se convierta en fuente segura de comida para el pueblo.

 

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