¿Cómo será Granma en el 2030?

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Por Sara Sariol Sosa | 16 marzo, 2017 |
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Guisa
Municipio montañoso de Guisa FOTO/ Rafael Martínez Arias

¿Quién podría decir, qué cambios experimentará en los próximos años, la provincia, el municipio e incluso el barrio donde habitamos?

Acaso, en nuestro entorno más inmediato haya una nueva escuela o una nueva industria, que además de proporcionar empleos, procese materias primas locales y las convierta en elementos para construir necesarias moradas.

Quizás, varios vecinos se conviertan en arrendadores de viviendas en moneda libremente convertible, dispuestas para hospedar a vacacionistas foráneos atraídos por un patrimonio municipal, cultural, histórico o natural hasta ahora virgen.

Pueda que, también, aquella calle que durante tantos años se mantuvo desnuda, sea pavimentada por insistencia de los vecinos, los cuales hablaron de esa aspiración, cada vez que el delegado de la circunscripción, rendía cuentas de su gestión.

Mas, esas respuestas o faenas, podrán anticiparse solo si están contenidas en el Plan de Desarrollo Integral (PDI), una suerte de somatón que debe diagnosticar la situación actual de cada municipio, identificar sus potencialidades, limitaciones, problemas, y zonas críticas y favorables para el desarrollo local.

Aunque muchos aún no le conceden toda la importancia que merece, será ese instrumento, el único capaz de asegurar un desarrollo futuro sustentable, y bien ajustado a las necesidades y aspiraciones colectivas y particulares de toda localidad.

Entiéndase, entonces dicho proceso como la planificación (elemento clave) de alternativas económicas locales que permitan redimensionar las posibilidades de gestión y administración de la base económico-productiva, los recursos humanos, naturales, económicos y financieros, en aras de elevar la calidad de vida de los pobladores de la demarcación.

Dicho proceso de cambio socioeconómico continuado, liderado por los gobiernos locales, integra y coordina la utilización de la riqueza de su potencial de desarrollo con las diferentes corrientes de recursos (exógenas y endógenas), para lograr el progreso en equilibrio con el entorno natural.

EN LA VIDA REAL

Granma trabaja en el (PDI) desde el año 2013 con una primera incorporación del municipio Rio Cauto; en el 2014 se aprobó por el Ministerio de Economía y Planificación (MEP) a propuesta del Consejo de Administración Provincial (CAP) la incorporación de Pilón.

Ese mismo año se crearon, establecieron las metas, objetivos, acciones y funciones, de los grupos de trabajo del resto de las localidades, los cuales suman 11, entre el grupo coordinador y otros 10 gestores, indistintamente, del programa alimentario, medio ambiente, actividad económico-financiera, balance de agua, balance energético, fuerza de trabajo, programa social, programa turístico, inversiones y construcciones, y sistema de asentamiento e infraestructura.

Al cierre del 2016, según reciente taller de análisis sobre el tema, diversos problemas entorpecían en general la concepción de esos planes, entre estos no haberse concluido las conciliaciones de los organismos provinciales con los nacionales y con los municipales, para ordenar la proyección hasta el 2030.

La también falta de conjunción entre los grupos gestores, no solo incide en la calidad en la elaboración de esa suerte de instrumento, sino también compromete la efectividad de cuanto se está proyectando, pues si –hipotéticamente-, el grupo gestor de inversiones y construcciones panifica una industria, tiene que hacerlo de conjunto con los grupos gestores de balance energético, de agua, y de fuerza de trabajo, tres elementos indispensables para el funcionamiento de esa futura fábrica.

Nos limita, además, la incorrecta planificación, aun cuando mil veces hemos escuchado que, entre las particularidades de la gestión del desarrollo local, una de las de mayor significación es precisamente ese eje articulador de todo el proceso, y que debe tener un carácter estratégico.

Aún así nos absorbe la improvisación, y por eso otro mal que ronda la tarea es la no existencia de proyecciones estratégicas, como sucede con el uso de la contribución territorial, un recurso endógeno que se forma del aporte anual de las entidades de cada demarcación, y con el cual el gobierno municipal puede impulsar obras de impacto económico y social.

¿Cuál es el monto del cual dispondrán este año los gobiernos locales granmenses por concepto de Contribución Territorial? La pregunta, lanzada en el taller, no encontró respuesta.  De ahí se entiende la falta de planificación del uso de tal aporte (poco más de 22 millones para este año en la provincia), el cual las localidades lo emplean espontáneamente hasta hoy, y en lo fundamental, para reparar instalaciones.

Y no es que eso no sea importante, solo que debe priorizarse también, la creación de capacidades productivas que a su vez generen aportes para el desarrollo local, algo elemental pues como dice el refranero popular, de donde usted saca y no entra…

Nuestra imprevisión, es la responsable, además, de que en Granma no acaben de estabilizarse los Proyectos de Iniciativa municipal para el Desarrollo Local, llamados a autofinanciarse, generar ingresos y obtener ganancias que se destinen en beneficio local y de forma sostenible, como complemento de las estrategias productivas del país.

No hay una visión suficientemente clara en las localidades de donde puede concebirse un proyecto (sin mencionar los que han fracasado), como tampoco existe en estos un diagnóstico que abarque el total de las potencialidades de los diferentes sectores, capacidades instaladas, encadenamiento productivo y destino de las producciones.

EL CAMINO

Transformar ese estado de cosas, exige mayor control de las desviaciones que existen entre las proyecciones estratégicas y la aprobación de los planes de la economía, pero, además, es esencial que las líneas estratégicas a corto, mediano y largo plazo, logren vinculación con los lineamientos de la política económica del Partido y la Revolución.

Según expresó en el taller, Rossio Naranjo Figueredo, vicepresidenta para la atención a la economía en el Consejo de  Administración de Manzanillo, todo pasa porque solo a esa esfera se le exige por el asunto, mientras ningún organismo habla de PDI, y eso niega la esencia de este como una prospección en cuyo diseño es fundamental  la mirada y el empeño conjunto.

Al hablar de la magnitud de cuánto falta por ganar en conocimiento sobre el objetivo de esa proyección, Domingo Cuza, director del Sistema de información turística en Granma, ilustró con el hecho de que varios municipios ni siquiera tienen creado el grupo gestor de programa turístico, porque no advierten potencialidades dentro del sector, y mucho menos diseñan estrategias para explotarlas.

En Río Cauto, valga el ejemplo, no hay instalaciones turísticas, pero sí atributos como su río, el más largo de Cuba, y sus áreas ganaderas, que muy bien pueden atraer turistas y convertirse en proyectos, para cuyo sostenimiento cuenten todas las fuerzas de la localidad, incluidos los trabajadores por cuenta propia.

En fin, como entiende Daniel Silveira, vicepresidente del Consejo de  Administración en el territorio, si la planeación del desarrollo local, continúa viéndose como una tarea más, “en 20 años esta será la misma Granma de hoy, sin muchas cosas nuevas o diferentes, porque no las proyectamos”.

Planear ese desarrollo integral para cada una de sus localidades, implica un diagnóstico minucioso de cómo son hoy, cómo queremos que sean mañana, y cómo lo conseguiremos.

Los gobiernos municipales llevarán esas aspiraciones a un cuerpo teórico (PDI) conformado por los grupos gestores de desarrollo, cuyas sugerencias (especialistas al fin) guíen la gestión de los decisores.

El documento deberá expresar, en sí mismo, opiniones emanadas de un proceso de consulta con varios actores sociales, eso nos ayudará a adelantar también en el camino de que los ciudadanos, de una vez y por todas, participen más activamente de los procesos de confección de las estrategias, en pos de su propio desarrollo y bienestar.

 

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