Basado en una tecnología de la Universidad de Granma, ni corto ni perezoso, el productor Osmani Tamayo Fleitas, perteneciente a la CCS Clemente Ramos cedió una hectárea de tierras en la finca El Nim, ubicada en el reparto Aeropuerto Viejo, Bayamo, para el fomento de semilla de ñame y malanga.
“El ñame y la malanga siempre han tenido mucho en común con la alimentación del cubano y, en lo personal, me gustan, por eso cuando la Universidad me sugirió ser partícipe de este proyecto, acepté gustoso.
“La Universidad ha sido siempre la base de la enseñanza para el campesino, más necesaria hoy con el cambio climático, la escasez de recursos, las complicaciones del mercado, ante las cuales aplicar ciencia y técnica en la agricultura te asegura en un 50 por ciento buenos resultados.
“Estos son productos nobles, que se pueden intercalar con yuca, maíz, quimbombó, fongo, y mediante los cuales podemos obtener dos cultivos en una misma hectárea de tierra; no hacen falta grandes extensiones, sino aprovechar a su máxima capacidad de las existentes.
“En mi cooperativa, efectuamos talleres con los guajiros y la Universidad intencionados en este proyecto, con el objetivo de multiplicar las producciones de semillas y dar un aporte a la alimentación del pueblo”, alega Tamayo Fleitas.
ABRAZAR LA CIENCIA
Hace años, el balance nacional de viandas en la mayor de las Antillas contempla la siembra de plátano, yuca, boniato y malanga; sin embargo, a raíz de una investigación de la Universidad de Granma, merecedora, en 2018, del Premio Academia de Ciencias de Cuba tras demostrar promisorios resultados en la producción acelerada de semilla de tubérculos, el ñame engrosó la lista.
La solicitud partió del Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez tras una visita a la provincia, hace dos años, en la que el doctor en Ciencias Biológicas Misterbino Borges García demostró la valía de una tecnología, capaz de obtener hasta 200 réplicas de semilla categorizada y sana, en comparación con el método tradicional.
A año y medio de aquella comprometedora visita, en la que se debía generalizar el cultivo, en este territorio, para replicarlo al resto del país, la provincia no avanza con la celeridad suficiente.
“Tenemos sembrado 25 hectáreas de ñame, de 52 que requiere la provincia; y de malanga poseemos ocho hectáreas, de 68”, corrobora Borges García.
Tales cifras nos alejan de la aspiración de generar en cada municipio las áreas de semillas que necesita, para ofertar, como parte del programa de autoabastecimiento de viandas, una cifra percápita de tres libras de ñame blanco y dos de malanga.
Hoy, la biofábrica que figura como el primer centro de semillas de la provincia adolece de canteros para producir las 200 o 300 mil semillas requeridas; la casa de cultivo perdió el techo, y carece de recursos mínimos para su funcionalidad. Lamentablemente, más que limitaciones objetivas regodean estos números.
OBSTÁCULOS
Los avances en este programa, aclara Misterbino Borges, se deben al logro de proyectos empresariales y de desarrollo local concretados en mayor medida en Jiguaní; mientras el resto de los municipios está evaluado de mal y regular.
“En Granma está definida una estrategia con lo que le corresponde a cada municipio, sin embargo no se avanza, porque no se controla ni se exige su cumplimiento. Hemos tenido cierto acompañamiento de los intendentes de Jiguaní y de Bayamo, no así en el resto de los territorios.
“Lo cierto es que este modelo de triple élice entre universidad, empresa y gobierno no fluye de forma sistemática y falta el acompañamiento sistemático de los gobiernos y de la Agricultura.
“Convergen trabas que limitan su avance diario, a veces de recursos mínimos como un litro de petróleo para transportar un sustrato para el cultivo… de manera que lo que se puede hacer en un día coordinadamente, se aletarga en el año.
“Por otro lado, al sector estatal le falta emprendimiento y dinamismo para acompañar la tecnología; es inestable su fuerza de trabajo, la permanencia de los directivos, mientras el privado tiene mayor sentido de pertenencia y se le ve la intención de prosperar más”, comenta el también Profesor Titular de la Universidad de Granma.
Para que la ciencia y la innovación germine, debe activarse primero, la conciencia, e impregnarse de espíritu emprendedor lo mismo al productor privado que al estatal.
Es imprescindible dotar a estos proyectos de un chequeo sistemático por los directivos pertinentes, con el acompañamiento y la asesoría de los hombres de ciencia; no a la inversa.
Ese es el camino para lograr la soberanía alimentaria, poner ciencia en el surco. La tecnología de producción de semillas acelerada de tubérculos es apenas uno de sus resultados, que puede incluso, extenderse a plantas ornamentales, al plátano, a la papa… pero concretarlas en la mesa del cubano, implica sensibilidad, capacitación, supervisión y encadenamiento.