En contraposición a la posición de los reyes magos quienes, según la Biblia, llegaron desde lejos para saludar el nacimiento del Mesías, Francisco se refirió al egoísmo que puede inducir a considerar ese hecho como una amenaza ‘cuando se persiguen las ambiciones humanas, las perspectivas más cómodas, la inclinación hacia el mal’.
Comparó también la indiferencia de los sumos sacerdotes y los escribas de aquella época, con la de quienes hoy buscan ‘satisfacer las inclinaciones a la prepotencia, la sed de poder y las riquezas’.
Finalmente hizo alusión al miedo sentido por el rey Herodes, quien ocultó su decisión de eliminar al niño con el presunto deseo de encontrarlo para adorarlo y comparó esa forma de comportamiento con la hipocresía, al subrayar que ‘los hipócritas son así porque tienen miedo en el corazón’.