Le rompiste la espina dorsal al enemigo, a fuerza de combates heroicos y junto a tus valientes hombres hiciste que se replegaran en el verano de 1958. Eras uno de esos hombres pilares de la guerrilla de Fidel, en los que se podía confiar con ojos cerrados, de los firmes al decir del enemigo: “por aquí no pasarán”.
Nunca te intimidó que ese enemigo era treinta veces superior en número a la tropa Rebelde, que estaba bien equipado, mientras los tuyos tenían que arrebatarle las armas y apenas calzaban unas botas ahuecadas. Ellos contaban con tanques, artillería, apoyo aéreo, los guerrilleros con la razón y la justicia.
Naciste en Ciego de Ávila, un lunes, como hoy, 31de agosto (1924), el tercer hijo de Sara e Isidro. Te llamaron Ramón Paz Borroto. Pronto conocerás Oriente y sus paisajes y ríos. Aquí te harás el minero respetado y exigente, el luchador obrero por el bienestar de quienes le sacan a la roca toda la riqueza.
Conociste la experiencia de la paternidad adolescente, y para darle a tu vástago una vida digna te enrolas con los hombres de Fidel Castro, del que ya conocías el pensamiento por el alegato de defensa en el juicio del Moncada y te montaste sin dudas en ese tren.
Antes, fecunda la obra organizativa del movimiento revolucionario en el llano, merecedor del respeto y la confianza de Frank País, gran colaborador y estratega.
Sufriste en carne de hombre muchos temores, los de la guerra y la incertidumbre de morir, pero mucho más temiste por tus hijos, por Lidia Núñez tu compañera, guerrillera como tú, mensajera, en manos enemigas, sabiendo que nada perturbará tu atención en el deber con la Revolución.
No saboreaste el orgullo del ascenso a Comandante. Ganado a fuerza de osadía y valor. De victorias y sacrificios. El 28 de julio de 1958, dos días después de llamarte Comandante, abonas el suelo de Providencia con tu sangre.
Allí permanecen tus restos, tu rumba venerable, que nos habla, como dijera Martí: ” del semillero de las tumbas levántese impalpable, como los vahos del amanecer, la virtud inmortal, orea la tierra tímida, azota los rostros viles, empapa el aire, entra triunfante en los corazones de los vivos….así entras tú Ramón en la Historia de Cuba.