Cuando la dedicación se empina

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Por Sara Sariol Sosa | 28 febrero, 2019 |
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Henry Fajardo: ‘Para lograr mucha miel hay que estar todo el tiempo pendiente de las colmenas’ FOTO/ Rafael Martínez Arias

Los hombres y mujeres que habitan Victorino, ese asentamiento que se cuela entre las montañas de Guisa, no se permiten a sí mismos que les mengue la consagración.

Aun cuando hace poco el municipio dio señales de retroceso en algunos programas, en una evaluación gubernamental integral, aquellos insistieron en demostrar que no desistirán en vestir las colinas que les abrigan, de frutales, mieles y cafeto.

En cada descanso de ese paraje fuertemente ondulado, en las depresiones esculpidas en las rocas de la Sierra, a uno y otro lado de la carretera zigzagueante que la gente de allá se enorgullece en valorar como la mejor construida y conservada de la serranía granmense, persiste una historia de laboreo para contar.

AGRADECIDAS ABEJAS

Una de esas fábulas está escrita entre abejas y colmenas, en la cooperativa de producción agropecuaria Desembarco del Granma, reposicionada al cierre del 2018 como la mejor productora de miel ecológica del país, al tributar cerca de siete toneladas, y cumplir ese encargo al 181 por ciento.

Solo dos apicultores, Henry Fajardo Rosales y Antonio Genesio Rodríguez son capaces de extraer tal volumen del fluido dulce y viscoso de 96 colmenas, distribuidas en tres apiarios, uno en el propio Victorino, y dos en el cercano barrio Canaria.

¿Cómo lo logran?  Fajardo Rosales lo explica tan sencilla y naturalmente, porque así salen las cosas cuando se les pone corazón y alma: “Todo está en ser celosos con el incremento de láminas, aprovechar al máximo la floración de las plantas, rotar las reinas, y ampliar los cuerpos de las colmenas para que puedan desarrollarse…

¿Este año?, -bueno, saque cuenta que de un plan de 4,1 toneladas, ya están entregados 919 kilogramos.

Como Henry y Genesio es también el resto de los 51 integrantes de la cooperativa, cuyos resultados productivos integrales le permitieron ser la primera del municipio en ser favorecida con un equipo de computación para humanizar y lograr más eficacia en el control de sus operaciones.

La Desembarco del Granma, al decir de su presidente Roberto Bárzaga Gamboa, ha contraído igual un serio compromiso con el programa de desarrollo cafetalero; cuenta para ello con 60 hectáreas, 46 en producción y las demás en desarrollo, y entregaron en el 2018 poco más de tres mil 600 latas.

Y como la Sierra es pródiga, y “todo debe ser aprovechado”, también aportaron más de 50 toneladas de plátano frutas, y otras cantidades nada despreciables de toronjas, mamey colorado, naranjas y limones, productos igualmente incluidos en las entregas previstas para este año.

SECADERO MULTIPROPÓSITO

Descendiendo de Victorino, a la vera del camino, está la despulpadora Pilón, unidad que dispone desde hace cuatro años de una máquina ecológica colombiana, con la que solo se requieren cuatro o seis latas de agua para beneficiar una de café (antes de esta tecnología gastaban 18), y a donde llega el café húmedo del contorno, para recibir un grado de secación que le permita ser almacenado y luego recibir beneficio final en la planta del municipio.

Cerca de 70 quintales de cacao por contienda, y dos mil latas de café cada semana reciben tratamiento en aquel patio, sobre todo del tipo arábico, que predomina en esa zona parda empinada a más de 400 metros sobre el nivel del mar.

Sin embargo, para Ismael Cruzara Tamayo, administrador de la unidad, lo más novedoso por estos días, es el esfuerzo por convertir aquella, en una unidad multipropósito, y él y otros seis trabajadores comienzan a lograrlo.

Cilantros, col, lechuga, ají, tomates, producen en un área pequeña, con entregas a Frutas Selectas; atienden tres hectáreas de café, y fomentan una hectárea y media de cacao con semillas traídas desde Baracoa, para lograr allí el primer banco clonar de alta calidad con que contará Granma.

Como si no bastara, Cruzata Tamayo muestra, cercana a la máquina despulpadora y a una caja de residuales líquidos, una nueva caja en construcción, esta vez para aprovechar los residuales sólidos, las cáscaras del café, y convertirlas en humus de lombriz.

Reynaldo Rodríguez Rodríguez, presidente del consejo popular Victorino desde hace siete años, asegura que con tanto ingenio más dará que hablar en materia de producción de alimentos ese entorno, donde se han potenciado acciones diversas en esa dirección, desde talleres de extensionismo agrícola, hasta el freno al desvío de ciertas cantidades de frutas que eran comercializadas ilegalmente.

El Consejo, con una extensión de 64 kilómetros, cerca de tres mil habitantes y 23 asentamientos poblacionales, tiene una economía dependiente en un 82 por ciento de la agrícola, y sus estructuras productivas no solo tributan alimentos al pueblo, sino participan activamente en materialización de mejoras sociales, por citar algunas, la construcción de viviendas para asistenciados y una escuela primaria en la comunidad de Santa Úrsula.

LA VICTORIA

En El Raudal, camino a Victorino, la campesina cafetalera Lourdes Espinosa Martínez también da fe de que la dedicación se empina loma arriba.

En El Raudal, Lourdes Espinosa Martínez vive para el café FOTO/ Rafael Martínez Arias

Incorporada al movimiento de productores líderes en las atenciones culturales y el manejo de las plantaciones, ha logrado incorporar su finca La Victoria a un proyecto italiano que la beneficia con algunos implementos y la aplicación de una prometedora técnica consistente en plantar el café sobre hoyos de 60 por 60 centímetros llenos de materia orgánica, y con la cual podrá conseguir media tonelada por hectárea.

Integrada a la cooperativa de créditos y servicios Luis Ramírez López, Lourdes en verdad vive para el café; el año pasado entregó 500 latas en una hectárea, y se enfrasca en fomentar media más, porque sabe que hoy como nunca Cuba necesita de ese y otros rubros exportables para hacer efectivo su desarrollo próspero y sostenible.

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