La Habana-. Nuevamente, bajo la mirada de José Martí, un mar de banderas inundó la capitalina Plaza de la Revolución, donde más de medio millón de cubanos ratificaron su compromiso con la Patria y el actual proceso de cambios en busca de un socialismo próspero y sostenible.

Y sobradas razones tuvieron para celebrar el Día Internacional del Trabajador quienes puntuales y entusiasmados acudieron a una cita ya habitual, llamada en el calendario Primero de Mayo.

Un motivo en común, el 7mo Congreso del Partido Comunista de Cuba, sabiendo que en ese cónclave se adoptaron acuerdos de trascendencia estratégica para el presente y el futuro de la nación.

Casual no fue entonces que el apretado, firme y colorido desfile lo abrieran más de 40 mil educadores y estudiantes de las escuelas pedagógicas, sostén vital para conducir con inteligencia la agenda de trasformaciones que propone el país en su camino hacia al desarrollo.

En homenaje a Fidel en su cumpleaños 90 y a la campaña de alfabetización que llevó a cabo hace 55 años la Cuba revolucionaria, por la histórica Plaza pasaron los maestros y el alumnado portando pancartas con faroles, el lápiz, la cartilla y el manual, alegóricos a la épica hazaña.

Dos pantallas gigantes enlazadas por un cintillo electrónico atestiguaban con imágenes en vivo esta fiesta del proletariado, a la cual se unieron miles de batas blancas que dejan huellas de solidaridad en diversas regiones del mundo.

Himnos y canciones patrióticas amenizaron la multitudinaria marcha de un pueblo trabajador que volvió a exigir el cese del bloqueo norteamericano y la devolución del territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo.

Otra vez miles de banderas cubanas ondearon de la mano de hombres, mujeres y niños, los cuales protagonizaron, bajo un sol saliente, una cita que, además, devino apoyo a los países de la región hostigados por las políticas neoliberales.

Camiones y ambulancias en miniatura, disfraces, enormes cascos, lápices, libros y mochilas, distinguieron el ingenioso andar de los 17 sindicatos por la avenida capitalina, colmada de carteles con consignas e imágenes de los principales líderes de la Revolución y de la Central de Trabajadores de Cuba.

De azul, blanco y rojo cerró también el desfile, al compás de una oleada juvenil, patente del júbilo de esa generación, que se sabe parte de su Patria, y que, por ello, defiende su ideal de independencia y justicia social.