Casi al pie del sitio histórico denominado Cerro Pelado, en el consejo popular Río Yara, Bartolomé Masó, se alza la planta de beneficio de café, de la Empresa agroforestal municipal.
En sus secaderos, los obreros rebotan los granos para garantizar un óptimo secado. Así, estos ofrecen un mosaico de color que va del dorado al cobrizo oscuro, con el penetrante y agradable olor que después de todo el tratamiento se convertirá en el polvo negruzco que hace la delicia de millones.
Felipe Pérez Arias, director de la planta, con larga experiencia en el cultivo y procesamiento de cafetos y frutos, asegura que estos provienen de toda la geografía montañosa del municipio, beneficiados por 14 despulpadoras, de las cuales solo funcionan ocho que asumen las labores de las que no pueden procesarlo.
Allí vendieron ya 134 toneladas de café oro, de las 200 comprometidas este año con la planta torrefactora de Contramaestre. “La diferenciación de calidad ha sido muy alentadora con respecto a los años anteriores
-añade Pérez Arias- por esta misma fecha en 2017, teníamos de primera calidad en la compra a los campesinos, solo el 49 por ciento, mientras que en el presente es del 81 y va en ascenso”, enfatiza.
Este hecho no es fortuito, pues directivos y técnicos de la planta y de la Empresa Agroforestal, se empeñan en seminariar a los productores, ello ha creado mayor conciencia entre los cosecheros, quienes lavan y trillan los granos porque le van tomando más cariño a la producción y obteniendo mayores resultados económicos.
“Es oportuno señalar que la planta estuvo más de un lustro sin el clasificador: teníamos que vender el café ‘a chorro’ y verdaderamente nos afectábamos mucho; también se perjudicaba el campesino”.
“El café de cero a cuatro (el llamado oro, el de mejor calidad) era muy poquito, pero una vez recuperado el clasificador la empresa junta sus esfuerzos con los nuestros, también hemos trillado el grano para cumplir nuestra planificación de vender no menos de 10 toneladas de café oro, el mejor pagado; hoy tenemos ya 12 toneladas en la torrefactora.
“Este es un aspecto de mucha relevancia porque, además, los buenos resultados nos permiten mantener nuestra fuerza calificada para futuras campañas y frena el éxodo que presupone un desempeño deficiente.
“Este año pensamos en la última venta de café concretar nuestro plan de ingreso, consistente en más de 17 millones de pesos.
“Con nuestro rendimiento industrial mejoramos los resultados del rendimiento agrícola de los cosecheros. En el 2015, la empresa tenía un rendimiento agrícola de 0,4 toneladas de café oro por hectárea, ínfimo; en 2016, se obtuvieron 0,9 toneladas por hectárea, el año pasado fue de 0,15 y este año ya es de 0,17.
“Con nuestro vivero como parte de las mejoras del cultivo, se le da al campesino la posibilidad de posturas con superior calidad no solo para la siembra, sino para el sellaje de sus áreas.
“En el presente, en todas las empresas del país el rendimiento está en el orden de 0,20 toneladas por hectáreas de café oro, que es el propósito de nuestra dirección, a partir de la introducción de la ciencia y la técnica en otros aspectos como el injerto de café, eso era una utopía hace tres años.
Ya, por ejemplo, en la despulpadora de La Miel, se está cosechando café de injerto. Es incomparable el rendimiento en esa forma de cultivo. Antes contábamos con las mismas semillas de café tradicional, café típico, caturra rojo y amarillo, pero el Grupo cafetalero Cubacafé le puso intención al asunto, el año pasado compramos semillas en Cumanayagua, en el centro del país, se pusieron nuevos clones, variedades obtenidas por científicos cubanos, con alto nivel de desarrollo para la plantas y con las condiciones previstas para que sean lo menos afectadas posible por hongos y otras enfermedades.
“Estas variedades las injertamos encima de la robusta, ya se ve el adelanto: donde está la ciencia y la técnica se palpa el desarrollo”.
“Aniuska Verdecia, especialista en laboratorio, fiscaliza cada saco que vendemos y después marcha a la torrefactora de Contramaestre junto con esa parte de la cosecha para certificar allí (unida a los especialistas de esa planta) la calidad de nuestro café; la efectividad es de más del 99 por ciento de calidad. Así defendemos la labor de una larga cadena de trabajadores, desde el surco hasta la industria”.