De Artemisa al Moncada, al Granma, a la historia…

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Por Agencia Cubana de Noticias (ACN) | 25 julio, 2015 |
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José Ramón Martínez Álvarez, asaltante al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 y mártir de las acciones que acompañaron el desembarco del yate Granma (1956), es uno de los artemiseños que honraron con su sangre la bandera cubana.

Así prefiere recordarlo su hermano Adolfo, quien a pesar de su avanzada edad, logra describir las veces que José Ramón escapaba de la aparente tranquilidad de su hogar- en la calle Agramonte, de Guanajay- para unirse a las prácticas de tiro de los jóvenes que integraban la célula revolucionaria en su pueblo.

Eramos muchos hermanos (Herma, Bertha, María del Carmen, Francisco, José Ramón y Adolfo),  argumenta, al tratar de narrar la compleja situación económica que vivía la familia,  a lo cual se sumaba como a la mayoría de los cubanos por ese entonces, los sufrimientos de la represión impuesta por los gobiernos de turno.

Pedazos de la historia afloran a su mente y entonces nos habla de cuando José Ramón se unió a la Juventud Ortodoxa, célula que lideraba en Guanajay, Abelardo García.

Este grupo era muy numeroso por esta zona, explica, en tanto se deja llevar por los recuerdos y surgen nombres de valerosos revolucionarios como Alfredo Corcho, José Francisco Costa y otros que un día decidieron cambiar de una vez la suerte del pueblo cubano.

Habla con mucho orgullo del mayor de sus hermanos, cuyos restos reposan en el Mausoleo a los Mártires de Artemisa, y no puede dejar de mencionar aquella tarde, el 24 de julio de 1953, cuando se despidió de su madre diciéndole que iba de excursión a Varadero.

Así de discreto se organizó todo, narra, y solo supimos en lo que andaba porque tuvo que emigrar a Costa Rica cuando fracasa la acción, y desde allí -dice sonriente- siguió luchando por esto.

De pronto le cambia el semblante y logro entender sus motivos: José Ramón es uno de los seis artemiseños que se convierten en expedicionarios del yate Granma, para él, un viaje del cual nunca pudo contar la versión de los hechos.

La última carta que envía a mamá desde la nación centroamericana era muy alentadora, rememora, mientras cita casi de manera textual
uno de sus fragmentos: \”Me mandaron a buscar y salgo para allá, después te mandaré noticias”, y solo supimos otra vez de él después de muerto, alega con lágrimas en sus ojos.

Pruebas documentales ubican a José Ramón- tras el desembarco por Las Coloradas- dentro de los compañeros que se separan de la columna expedicionaria y toman un rumbo no previsto  por dentro de los manglares, saliendo a tierra firme algo más al norte.

Al ser sorprendido por una patrulla enemiga, junto a Luis Arcos y Armando Mestre, en el potrero de Salazar, a orillas del Río Toro, corren la misma suerte de otros expedicionarios que mueren acribillados a balazos en un tenebroso rincón del monte Macagual.

En su memoria, varios centros artemiseños lucen con orgullo su nombre.

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