Las abejas zumban y revolotean mientras la humareda se apropia del colmenar. Irritadas por el humo, se lanzan como misiles contra los guantes, el sombrero y el vestuario de la apicultora en busca de algún orificio para clavar su aguijón. Para muchas avispas esta será su última pelea; para la apicultora, el inicio apenas de una ardua labor.
A este sin número de experiencias no renuncia Marian Gremón Ávila, quien hace 15 años incursionó como jefe de cuadros y capacitación en la UEB Apícola Granma, un trabajo que sin proponérselo marcó su vida cual doloroso picaso de abeja, aunque en su caso, las molestas picaduras la premiaron por sus resultados productivos en 2018 con la condición Trofeo de oro.
Marian se hizo apicultora leyendo. Después, al fungir como madrina de los apicultores de Guisa y Bayamo como parte de sus funciones en la ueb Apícola Granma y con ayuda, terminó plantando un apiario en Guisa y en Rio Cauto, con un total de 50 colmenares.
“He tenido buenos resultados, el año pasado fui una de las dos granmenses que obtuvo Trofeo de oro, con producciones de más de 100 kilogramos de miel por colmena, un resultado que depende mucho de la atención al colmenar, la floración y el amor que una le pone a la actividad, pese a los picazos de avispas.
“Yo trabajo la colmena, me gusta ser yo quien la trabaje, no es que desconfíe de los demás, sino que como la amo, me gusta ver como está, uno se estimula o desestimula según las condiciones en que estén.
“Si tienen buenas crías, aunque uno no le saque mucha miel siente el gozo de que la colmena está viva, porque va a tener más abejas”, destaca la apicultora vinculada a la CCS José Nemesio Figueredo de Río Cauto.
La abeja, a decir de Gremón Ávila, “es un animal perfecto. Cuida sus crías mantiene la temperatura de la colmena, 37 a 38 grados. Si hace mucho calor busca agua, si hace frío, aletea para dar calor.”
Granma es la mayor productora del país de miel ecológica del país. Cuenta con 292 productores, representados y atendidos por 73 bases productivas, 63 CCS, tres Ubpc pertenecientes a la apicultura, dos de las cuales son además centros de abejas reina, una en Buey Arriba y otra en El Dátil, Bayamo.
Dispone además con ocho centros de abejas reinas, lo cual incide en el aumento de la producción de miel del país.
Su ecosistema es rico para la apicultura, con variedad de floraciones, aunque otros hacen trashumancia, un tipo de pastoreo en continuo movimiento mediante el cual trasladan las colmenas hacia manglares y zonas como Romerillo, en Jiguaní, buscando mayor floración y productividad.
A estos resultados contribuyen seminarios y capacitaciones a productores y familiares sobre el manejo de la colmena, la extracción de miel, cera y otros procesos y cuidados.
La apicultura es una tradición milenaria ligada no solo al cuidado del enjambre, sino también a la sensibilidad. Es una ocupación apasionante asentada a lo largo de la historia y que hoy desafían las cubanas sin recelos a picaduras y con merecidos trofeos oro.