Del Carnaval de Bayamo y sus tradiciones

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Por Zeide Balada Camps | 28 septiembre, 2016 |
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Foto Rafael Martínez Árias
Foto Rafael Martínez Árias

Saturno Bruqueta, tiene historias para escribir varios tomos. Aunque fue profesor de formación, su sensibilidad artística, carisma y poder de convocatoria le hicieron despuntar en el ámbito artístico. Gracias a su gestión e iniciativas, más de una vez llegaron a Granma figuras encumbradas de la cultura nacional.

Y sí, el mundo de los espectáculos le atrapó, pero no porque quisiera ganarse un nombre, sino porque lo amó y a ello se entregó con vehemencia. Una de esas tareas que pasaron por sus manos fue la organización de los carnavales en Bayamo.

“Yo era el económico de Cultura, y el comisionado que pertenecía al gobierno me dijo: Bruqueta tú te atreves a organizar el Carnaval y le dije ‘ya estoy ahí’, hicimos un núcleo de cinco personas, yo me encargué de la música y los espectáculos”.

Hoy, él y muchos bayameses añoran parte de las tradiciones que estuvieron presentes en años anteriores. Aunque cada etapa tiene sus características, alguno de esos detalles podrían rescatarse y devolverle así autenticidad a las fiestas, a esas fiestas que comenzaron a realizarse en Bayamo a partir de 1962.

En su diálogo mi entrevistado se emociona, asegura que también nos hemos olvidado de los homenajes, vienen a su memoria Miguel López, quien logró algo hermoso con las carrosas y comparsas, “era el padre de eso”, subraya.

Por su mente también transitan las imágenes de Barbarito Diez, con su orquesta, la primera que participó en los carnavales de la tierra natal de Céspedes, un festejo en el que no había distinción de razas.

Comenta que la elección de la reina del Carnaval era una de las funciones más grandes, la de más colorido. “Lamentablemente se ha perdido, es posible que en algún momento se pueda rescatar”, señala.

Me habla del Cabaret de los recuerdos que estuvo en un tiempo en el Parque de las Madres y luego en la Plaza del Himno. Entre sus invitados reunió a Elena Burque.

“La convencí y a su espacio le puse el sopón de Elena, porque eso era lo que ella te brindaba cuando ibas de visita a su casa. Fue fabuloso, algo fino, eso también se ha perdido”, dice.

En relación con los servicios gastronómicos Saturno hizo sus aportes.

“Traje una brigada de chinos y a magníficos cocineros de La Habana, se hacían cientos de miles de pesos, por un lado era cocina china, española, cubana, eso no paraba, eran 24 horas. Cogió fama y se replicó en otros lugares. Se llama de ese modo porque un jefe de la brigada era de apellido Guachinango y se quedó así. Ahora son otros tiempos, antes los suministros no faltaban”.

Explica que el Teatro del pueblo no se funda aquí, los primeros en hacerlo fueron los manzanilleros, allí se encuentra otro de los padres del espectáculo, Luis Aner, “tuvo experiencias tan geniales que sus ideas fueron copiadas por grandes directores de la escena nacional.

“Yo sé que hoy es diferente, pero tiemblo cuando escucho que un guión y una coreografía valen miles de pesos, yo hacía el guión, la escenografía… prácticamente todo y no cobraba nada por eso”, subraya.

Recuerda que juegos populares como el palo y el puerco encebado, el comelón del cake, eran muy frecuentes, al igual que los disfraces, las máscaras, pero en la actualidad apenas se ven.

Bayamo, como otros pueblos, tenía sus dulces y platos típicos, los cuales no faltaban en las fiestas, y mucho menos en los carnavales.

“Si no había longaniza con casabe y tasajo con boniato no estabas en Bayamo. No faltaban la empanadilla de maíz y yuca, la fritura de bacalao…”

Mientras habla intento adivinar el sabor de la longaniza de la que tantas personas me han hablado y añoran.

“Los ingredientes no hay que importarlos, están aquí, incluso si no tenemos bacalao, porque se fue de nuestros mares, se pueden buscar alternativas y probar, ahora prolifera mucho la claria; no se hace tal vez porque no conocen la historia”, comenta.

“Yo traté de recuperar esos dulces, y conquisté un taller para hacer matahambre, rosca blanca, pero fue un sueño fugaz, faltó apoyo. Aquí dejamos perder los conocimientos de la familia Vega, que era la que conocía la receta de los suspiros.

“También estaba el ponche bayamés, no había fiesta en la que no estuviera presente, el pan de maíz, exquisito, se le echaba coco rallado; y la raspadura de Raja. Todo eso se puede hacer. Un lugar idóneo para vender estos productos es la Casa de la trova.

Le duele que los jóvenes de este tiempo no conozcan estas tradiciones que hicieron del Carnaval una fiesta memorable, no obstante asevera:”Tengo fe en que puedan volver porque son parte de la historia de Bayamo”.

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  1. GRACIAS!!! una y mil veces al leer tu entrevista dos sentimientos encontrados la alegria y la tristeza Siempre Manoly Rodriguez REYES

  2. Todo lo expresado por Saturno es muy cierto y es una verdadera lástima que se hayan perdido ¿porque? no lo se. No se si los actuales dirigentes de Bayamo sean nativos de esa ciudad o que tengan la edad suficiente como para haber vivido esas experiencias o que no se hayan documentados con las tradiciones históricas de esa bella ciudad oriental, de todas formas está el plato sobre la mesa y aunque sean tiempos diferentes creo que para la organización de los carnavales de la ciudad de Bayamo se cuente con los valiosos aportes que puede dar sin interés alguno la persona que echó sangre, sudor y lágrimas para que los carnavales de la Ciudad Mnumento fueran de los mejores de Cuba.