Ante los niños debemos ser ejemplo y Osmany Mejías Pérez lo sabe. Por esa razón, en su afán de llegar puntual, se despoja de la camisa de mangas largas, el pantalón y las botas de goma que le acompañan, desde las cinco de la mañana, entre corrales y el surco; incorpora otro vestuario y, en bicicleta, parte hacia la escuelita primaria donde los pequeños le llaman el maestro de inglés.
Es cierto que resulta difícil levantarse cada día tan temprano, pero los pioneros de tres instituciones educativas, así como más de cuatro hectáreas de tierra cultivada y cerca de 200 animales de diversas especies, exigen el esfuerzo de este cubano de 47 años de edad, residente en el municipio de Yara, al oeste de la oriental provincia de Granma.
Nunca ha pensado prescindir de ninguna de las dos ocupaciones pues, según cuenta, una le viene desde la infancia, cuando junto a su hermano ayudaba al padre a sembrar y regar las plantaciones de arroz; y a la otra ha dedicado casi tres décadas de vida, siempre con la misma pasión.
Graduado de Licenciatura en Lengua Inglesa en el otrora Instituto Superior Pedagógico Blas Roca Calderío, de la urbe costera de Manzanillo, aseguró a la prensa que la fórmula para poder aportar el máximo a cada propósito, es la correcta planificación del tiempo.
Mejías Pérez también logra imbricar muy bien ambas faenas como líder de un círculo de interés destinado a la formación laboral de sus alumnos, y en cual los educandos aprenden distintas tareas de la agricultura.
Aquí la mayoría de los pequeños proviene de familias campesinas y es importante motivarlos a trabajar la tierra. Si en el futuro deciden dedicarse a la labranza, resulta vital que crezcan con suficiente dominio acerca de cómo cuidar los sembradíos para lograr los mejores rendimientos en las cosechas, declaró.
Resulta común entonces advertir grupos de infantes en la finca El Pino, asentada en el consejo popular de Mateo Romás, donde conocen igualmente sobre el bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos a Cuba y las afectaciones que esa cruel política ocasiona a los agricultores de la Isla, quienes aplican las más disímiles soluciones para proteger sus cultivos.
Les muestro cómo aplicar la lombricultura y el uso de abonos orgánicos para aliviar la carencia de fertilizantes químicos, que en su gran mayoría son importados y actualmente el país no puede adquirirlos debido a la compleja situación económica, agravada por la pandemia de la COVID-19 y el recrudecimiento del cerco norteamericano.
Actualmente, el área que abarca “El Pino” está sembrada de plátano, de la variedad FHIA-21, cuyo rendimiento debe ascender a unas 50 toneladas, previstas para cosechar en marzo del venidero 2021, precisó Osmany.
En breve –dijo- pretendo volver a intercalar en los campos frijol caupí, una práctica que ya experimentó con buenos resultados durante los meses posteriores a la detección de los primeros casos positivos al SARS-CoV-2 en Cuba, cuando Mejías Pérez estuvo entre los campesinos que donaron parte de sus producciones a uno de los hogares maternos de Yara.
La finca tiene árboles de mango, mamey y aguacate, cuyos frutos están destinados al autoconsumo, al igual que las carnes de cerdos, ovejos, gallinas y patos; y cuando hay festejos o actividades escolares también comparte con sus colectivos laborales y estudiantiles.
Nuestro Presidente convocó a pensar como país, y mi aporte a ese llamado radica tanto en instruir a las nuevas generaciones como en la producción de alimentos, concluyó Osmany, un campesino y maestro que, a merced de sus dos pasiones, cada jornada se traslada del surco al aula, haciendo germinar plantaciones y conocimientos.