Por su derecho al futuro

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Por María Valerino San Pedro | 4 septiembre, 2016 |
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Foto: María Valerino San Pedro.
FOTO / María Valerino San Pedro

Es sumamente diminuto su cuerpo de solo 800 gramos de peso. Dentro de la incubadora recibe todo cuanto precisa para poder aferrarse a la vida, no obstante haber llegado al mundo mucho antes de las 40 semanas de gestación de su progenitora.

Llamémosle Albertico a este niño pretérmino que como otros dos está en el cubículo de terapia neonatal intensiva, destinado a quienes nacieron con menos de mil 500 gramos de peso, en la Sala de Neonatología o Prematuro cerrado, del hospital general universitario Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, en la suroriental provincia cubana de Granma.

Allí se respira pulcritud, silencio, sapiencia, profesionalidad y una infinita ternura, la que pone el punto esencial en la prolongación de la existencia de quienes reciben, extremadamente pequeñitos, la primera prueba de la vida.

Con un pleno dominio de su cometido, y transpirando sentido de pertenencia, la Licenciada en Enfermería, especialista en Materno infantil y Neonatología Tatiana Cedeño Escalona, es nuestra guía en el recorrido por la instalación, situada en el último piso del boque de la Maternidad, y que cuenta con 30 camas, y un personal altamente calificado y preparado en esta especialidad.

“En este cubículo de Terapia neonatal intensiva, los pacientes reciben atención especializada para poder lograr la supervivencia desde el punto de vista nutricional, de evitar complicaciones que se ven específicamente en este tipo de recién nacidos. Aquí  las normas del servicio se cumplen con más restricción, se lleva un porte estéril y los cuidados y manipulación son más esmerados.

“Los cuidados a los bebé incluyen técnicas de ventilación no invasivas, alimentación con leche materna y la aplicación de fármacos de alto precio en el mercado internacional, algunos obtenidos en Cuba como el Surfacén, cuya cotización ronda los 90 dólares el bulbo.

En este cubículo los pacientes ganan peso, para luego ser trasladados a la sala de Piel a piel.
En este cubículo los pacientes ganan peso, para luego ser trasladados a la sala de Piel a piel.

“Tenemos también el cubículo de ganancia de peso, hemos recuperado en estos días a cinco, que van a la sala de Piel a piel, con el método canguro a recuperar peso, pegaditos al cuerpo de las madres.

“Cuando son dados de alta en Piel a piel se siguen por consulta de neurodesarrollo, también hay un programa de Oftalmología, porque llevan tratamiento con la oxígeno terapia y presentan, generalmente complicaciones oftalmológicas. Desde la propia sala un equipo de Oftalmología les da seguimiento.”

Allí sobresale la cohesión de trabajo entre todo el personal, principalmente entre médicos y enfermeras, quienes se unen a los especialistas de Laboratorio Clínico y Radiología, que prestan servicios en la propia sala, en la cual es bastante prolongada la estadía de los bebitos, hasta lograr un peso de dos mil 500 gramos.

MIEL PARA LA VIDA

A la Licenciada en Enfermería Ángela González Torres,  especialista en Neonatología la encontramos en el Banco de leche humana Miel para la vida, perteneciente a la propia sala de Neonatología.

“Este es el punto de recolección –afirma- aquí las madres vienen a donar la leche. Cada tres horas suben, y les damos charlas educativas  sobre la lactancia materna.

“Promocionamos la leche materna por su grado de importancia en la recuperación de estos niños de bajo peso. También  prestamos  servicios de leche pasteurizada al hospital infantil General Milanés.

“Nuestra tarea es difícil y precisa de tiempo y entrega, las enfermeras denominadas ordeñadoras están altamente preparadas, hacen recorrido y van a lugares intrincados en busca de madres donadoras de leche.

“Luego de recolectado ese vital líquido es llevado al  departamento de procesamiento, en el Centro Médico Ambulatorio.”

SUBSISTENCIA

Albertico es atendido con esmero, tiene sueros, oxígeno y todo cuanto necesite, además de unas seños amorosas y diestras en su manejo y atención.

El libra una inmensa lucha por la subsistencia, defiende su derecho a correr en un futuro por la calles de su Bayamo y por depositar un beso en las mejillas de sus padres.

Esperemos, que como otros que un día pasaron similar experiencia, en unos pocos años lo encontremos de paso por cualquier sitio de la ciudad.

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