Desempolvar el ingenio

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Por Sara Sariol Sosa | 28 mayo, 2019 |
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Cañón de tiritas de cuero inventado y empleado por los mambises en la guerra contra España

Busqué nuevamente con avidez aquel artículo publicado, tal vez dos años atrás, por el periódico Granma, sobre la verdadera historia del cañón de tiritas de cuero, acaso la más genuina representación del ingenio de los cubanos.

No creo que haya uno solo de los habitantes de esta Isla, incapaz de recordar aquella leyenda que llevó a nuestros hogares el coronel Elpidio Valdés, que más que hacernos reír  en nuestros días de infantes, nos dejó en el pensamiento una huella, una enseñanza, un reconocimiento real y objetivo de cómo somos, y de nuestra capacidad infinita para ganar cualquier desafío, y seguir en pie.

Animado Elpidio Valdés, que popularizara el cañón de tiritas de cuero

No fue fábula, no. Sucedió realmente en los días de lucha por la liberación de Cuba contra el coloniaje español; la falta de armamento moderno, de municiones y tecnologías para fundir cañones de bronce y hierro, estimuló el nacimiento, a inicios de la Guerra de los Diez Años, de una industria bélica de cañones de cuero, sustentada según memorias históricas, en la existencia de mil 554 haciendas de crianza y potreros y un estimado de 350 mil reses en toda la provincia de Camagüey.

Según, fue el carpintero de Guáimaro, Clodomiro del Risco, el creador del más original de todos los talleres para la fabricación de ese singular armamento mambí, usado contra la infantería enemiga en disímiles ocasiones, y estrenado en la conocida como acción de El Desmayo, el 22 de diciembre de 1868.

Por conquistar la libertad, los mambises, fueron capaces de recurrir a las más inimaginables alternativas, ya lo dijo entonces el oficial español: ¡Mambises, bestias, no tiréis con ventanas!

Esa aptitud para la inventiva, recreada en la historia sobre el empleo del cañón de tiritas de cuero, ha quedado tantas veces confirmada y puesta a prueba en estas seis décadas de construcción de una obra social, revolucionadora, que ha desatado mil maniobras imperialistas.

Tal vez por eso, la entrada en vigor del Título III de la Ley Helms-Burton, en su afán de eternizar el bloqueo hasta lograrse el fin buscado desde siempre por la clase dirigente estadounidense y su administración, nos ocupa, pero no nos hace perder el juicio.

Como tantos hombres y mujeres sencillas del pueblo aseguran por estos días, a propósito de tal maniobra enemiga, si pudimos sobreponernos a aquel período de fuerte inflexión económica que nos sorprendió en los años 90’, no será ahora, que estamos “curados de espanto”, que bajemos los guantes.

Por eso, el desempolvo de esas infinitivas inventivas creadoras que durante tantos años hemos ido acumulando, la convocatoria a tener en cuenta tantas investigaciones científicas y técnicas que hemos sido capaces de realizar en todas las esferas, gracias a la formación profesional, sin dudas el principal recurso con el cual la Revolución nos ha privilegiado.

Mas, en el sentimiento popular también late hoy una preocupación objetiva, en torno a nuestra mala práctica de desaprovechar en general ese inmenso caudal de conocimientos, y acordarnos de él solo en momentos de apuros.

La vida es como la marea, no dudamos ya de eso, pero lo más importante es que con este nuevo desempolvo del ingenio, aprendamos a hacer sostenibles las cosas, a no olvidarnos de alternativas loables y probadas que nos dan fortaleza y seguridad, desde lo local y lo autóctono, a no olvidarnos del cañón de tiritas de cuero, aunque nos pongan en la mano el cañón autopropulsado más poderoso del mundo.

 

 

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