Fue en Granma donde Alfredo Despaigne Rodríguez comenzó a pulirse como jugador de béisbol, luego de aquel desaire que sufriera en su provincia natal de Santiago de Cuba.
En esa época, el ahora Doctor en Ciencias Ángel Ortega Lienz ya había descubierto sus condiciones excepcionales, por lo que cifraba esperanzas de convertirlo en una de las grandes figuras del mayor pasatiempo de los cubanos.
Y Despaigne Rodríguez no hacía quedar mal a quienes siempre confiaron en él. Además, recompensaba, en alguna medida, el apoyo recibido en esta parte del archipiélago, donde su carrera deportiva encontró sentido.
Así lo confirmó su debut internacional -con la selección cubana- en el Campeonato mundial juvenil de 2004, en Taipei de China, preludio, sin duda, de que comenzaba a distinguirse como uno de los atletas de más futuro.
Alfredo brilló en tierras taipeyanas y aseguró un puesto en la nómina de Los Alazanes para la 44 Serie nacional (SN), apenas con 18 años de edad. Así, llegó a los clásicos domésticos para convertirse en uno de los grandes protagonistas de la última década. Desde entonces, ganó miles de seguidores en todo el país y, por supuesto, conquistó a la exigente afición granmense.
Otra experiencia se asomaba en el horizonte, para el verano de 2008 en Beijing, capital de China, durante la despedida del béisbol del concierto olímpico. Allí, conectó tres jonrones, dos frente a Estados Unidos (uno en el juego semifinal que ganó Cuba 10-2) y otro ante Canadá en la etapa regular.
Pero la Mayor de las Antillas no pudo reeditar el triunfo de cuatro años antes en Atenas, al caer 2-3 en el desafío final ante Corea del Sur, su victimario por segunda ocasión en el certamen.
Esa ha sido su única participación en una cita bajo los cinco aros, quizá la última (podría competirse en Tokio 2020). Aún así, trasciende como el más grande slugger de la pelota cubana actual, al ostentar las plusmarcas de cuadrangulares para un campeonato mundial, con 11 (desde el 2009), y para una SN, con 36 (desde la 51).
Varios reconocimientos han marcado su fructífera carrera por los diamantes de Cuba y del mundo, como ser elegido el mejor atleta de Cuba en deporte colectivo en dos ocasiones (2010 y 2015), entre otros. Asimismo, tuvo el privilegio de ser uno de los primeros en incursionar en justas foráneas.
Ahí están las ligas profesionales de México y Japón, testigos de su calidad como bateador, sobre todo en la tierra del Sol naciente donde -en su tercera campaña con Los Marinos de Chiba Lotte- consigue uno de los rendimientos más estables entre los peloteros extranjeros.
Hoy se extraña al que por varios años fungió como cuarto bate de Los Alazanes. Lástima que se haya separado de los clásicos cubanos, porque hubiese puesto en peligro algunas marcas de SN.