El rostro sonriente, de mirada profunda y escudriñadora, y el amor desmedido por una difícil y abnegada profesión, resultan los sellos distintivos de una mujer querida, respetada y talentosa.
Llegar hasta ella no es difícil, pues su buen carácter la hacen muy sociable, aunque sí lo es poder conversar o sentarse un rato a intercambiar ideas, porque la faena y la labor habitual al frente de la Sala de Terapia Intensiva del hospital pediátrico General Milanés, de Bayamo, Granma, absorben casi totalmente su tiempo.
Para la Doctora Glenis Morales Torres, especialista de Primer Grado en Pediatría, Diplomada en Terapia Intensiva Pediátrica, Máster en atención al niño y Profesora Asistente, es esencial su colectivo de trabajo para poder materializar cuanto hace.
Es hábil para llevar la plática siempre hacia el “nosotros”, hacia los logros colectivos por encima de los suyos propios, pero finalmente comprende que se trata de una entrevista a ella, quien cumplió misión internacionalista dos años en la República Popular de Angola, ha sido Reconocida por la labor formadora a profesionales de la salud, por haber mantenido un destacado trabajo, por contribuir a los resultados del Programa Materno Infantil y como Cuadro destacado.
Además, mereció la entrega gratuita de un auto, lo cual, afirma, “es un reconocimiento del pueblo de Cuba, así dice la carta del Ministro, pero lejos de hacernos sentir confiados, es un acicate a continuar esforzándonos.
“Lo primero que debe quedar bien claro es que trabajamos por amor, no por un estímulo, aunque este siempre viene bien, e incentiva para trabajar el doble”.
Oriunda del costero municipio de Media Luna, pasó en Vado del Yeso, Río Cauto, la mayor parte de su niñez, y desde la década del 90 del pasado siglo vive en Bayamo.
Sobre su infancia y juventud rememora:
“Fui una niña tranquila, estudiosa, me gustaba mucho la escuela, de pionera me destaqué, y merecí la condición de Vanguardia en varias ocasiones. Al concluir la secundaria básica pasé al pre de Ciencias Exactas en la especialidad de Química.
“Para todos resultó sorpresivo que al terminar optara por la carrera de Medicina en 1991, pues era concursante del grupo élite de Química a nivel nacional, pero en mi interior, desde muy pequeñita tenía el deseo inmenso de ser doctora.
”Estudié en la Universidad de Ciencias Médicas Celia Sánchez, de Manzanillo, y aunque fui alumna ayudante de Medicina Interna, cuando roté por el hospital pediátrico en cuarto año, me enamoré para siempre de la Pediatría, terminando la especialidad en 2002, y entonces hice un año de servicio social en Río Cauto.
“Luego se convocó a un concurso para ocupar una plaza en el pediátrico General Milanés, de Bayamo, lo gané, y aún estoy aquí”.
Sus hilvanados recuerdos abruptamente se detienen, una chiquitina precisa de su sapiencia y habilidades intensivistas, pasado un rato regresa y refiere de sus funciones como vicedirectora docente y la selección para entrar en la Terapia Intensiva, donde finalmente encontró lo que su subconsciente anhelaba.
En 2009 se incorporó al servicio y lo dirigió los dos años siguientes, responsabilidad interrumpida por la misión a Angola, y que ocupó nuevamente al regresar en 2014, hasta hoy día.
Sus ojos tienen un brillo diferente cuando habla de sus hermanos, de esos padres que tanto han apoyado su profesión, del esposo, la adorada hija, los sobrinos, en fin, de esa familia linda que es esencial para sus logros y para su vida.
“Tenemos la suerte –asegura- de contar con un colectivo muy equilibrado, nutrido desde hace algún tiempo de personas jóvenes que aportan la juventud y su ímpetu, con hambre de conocimientos; todas las decisiones son colectivas.
“Mi labor ha sido reconocida, pero más que eso es el reconocimiento al servicio. Estamos muy esperanzados con nuestra cantera y trabajamos con ellos. Esta es una especialidad muy fuerte, porque define vida.
“El futuro está garantizado y los resultados así lo demuestran, aquí se hizo un estudio de mortalidad de 15 años y es espectacular lo que se ha ganado, se aprecian en los últimos años cambios revolucionarios, sobre todo en el manejo del paciente crítico; contamos con los equipos necesarios.
“Esta Terapia es una de las de mejor resultado del país, con supervivencia del 99 y pico por ciento. En 2019 tuvimos ocho fallecidos, cuatro menores de un año, y ninguno fue por enfermedades agudas, sino crónicas, es decir, cuadros irreversibles”.
El tiempo de la Doctora Glenis se comparte entre responsabilidades como cuadro, médico, militante del Partido, madre, esposa, compañera…, y la superación cotidiana, ahora acrecentada por el propósito de obtener este año las categorías de Especialista de Segundo Grado, profesor Auxiliar e Investigador agregado.
Mujeres como ella enaltecen no solo su sexo, sino la más humana de las profesiones y la Salud Pública cubana.