Ejercicio en circunstancias reales

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Por Orlando Fombellida Claro | 10 julio, 2021 |
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FOTO/ Autor desconocido

La amenaza que para Granma significó el posible tránsito por su territorio de la tormenta tropical Elsa, fue más que justificado motivo para ejercitar las medidas contenidas en los planes de preparación para enfrentar eventos de ese tipo.

Fenómenos como el mencionado provocan grandes inundaciones, arrancan y ponen a volar como hojas de papel, las tejas de zinc, fibrocemento, barro y otras similares, de los techos no asegurados de forma adecuada para resistir el embate del aire que, además, derriba viviendas, árboles, postes de los tendidos eléctrico y telefónico.

De cuántos destrozos pueden ocasionar los ciclones, en el Flora, y el Dennis tenemos los granmenses en particular ejemplos fehacientes.

El primero mencionado, en su enfurecido y lluvioso andar los días del 4 al 8 de octubre de 1963 por territorios de las actuales provincias de Guantánamo, Granma, Santiago de Cuba, Holguín, Las Tunas, Camagüey y Ciego de Ávila, causó la muerte a unas mil 200 personas, destruyó 11 mil 103 viviendas y averió 21 mil 486; afectó el 90 por ciento de las áreas cafetaleras, cuatro mil caballerías de arroz y enormes extensiones de plantaciones cañeras.

En la madrugada del 7 de julio de 2005, el Dennis azotó con saña durante tres horas a Niquero, Pilón, Media Luna, Campechuela, parte de Bartolomé Masó, de Manzanillo y otras localidades de Granma, en las que causó la muerte a varias personas, tiró al piso miles de casas, a otras dejó sin cubierta o derrumbó de manera parcial.

Esas indeseadas “enseñanzas” y las de otros eventos hidrometeorológicos fueron tenidas en cuenta por las diferentes estructuras de dirección en Granma, encabezadas por los Consejos de Defensa, en la adopción de medidas encaminadas a mitigar el impacto de Elsa.

Aunque el susodicho meteoro excluyó a esta provincia de su ruta, motivó fueran “engrasados” los mecanismos existentes para enfrentar fuertes vientos e intensas lluvias.

Tal preparación debe mantenerse y en lo posible incrementarse, pues el peligro continúa por cuanto la actual temporada ciclónica en el Atlántico Norte inició en junio y se extiende hasta el 30 de noviembre, y como dice un refrán más vale precaver que tener que lamentar.

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