El ejemplo de la Columna de Camilo, esencia para vencer siempre

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Por Yasel Toledo Garnache | 21 agosto, 2018 |
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    Era 21 de agosto de 1958. Durante los meses anteriores, el Ejército Rebelde había enfrentado una poderosa ofensiva enemiga, como parte de la cual miles de soldados intentaron aniquilar a los barbudos.

   La Sierra Maestra fue testigo de grandes heroicidades. En esas lomas las fuerzas cubanas escribieron páginas enormes de resistencia, inteligencia combativa y decisión para alcanzar la victoria.
    Aquel 21 de agosto, estaban en El Salto, paraje intrincado del actual municipio de Bartolomé Masó,  Camilo Cienfuegos y otros guerreros. Imaginemos a aquellos hombres, curtidos por el sacrificio, las heridas, el dolor de ver morir a compañeros, pero sobre todo el afán de lograr la libertad para todo un país.
   Cuentan que aquel día, hace hoy exactamente 60 años, el Señor de la Vanguardia estaba impaciente por salir hacia el Occidente, a pesar de las lluvias de las jornadas precedentes.
   Él estaba consciente de la importancia de la misión, esencial para lograr el triunfo definitivo. Su columna tenía un nombre repleto de simbolismo, Antonio Maceo, conocido también como el Titán de Bronce, quien en la guerra de 1895 ya había conseguido el propósito de llevar la contienda hasta Occidente.
   ¿Cuáles habrán sido los pensamientos de Camilo y los demás combatientes cuando salieron de El Salto? ¿Qué enseñanzas nos dejan aquellos barbudos llenos de luz y certezas? Ellos sabían cuán complicado resultaba alcanzar sus objetivos. El valor y el coraje constituían algunas de sus mejores armas. Sus ejemplos ratifican la importancia de perseguir los anhelos, luchar y confiar siempre en la victoria, sin importar los obstáculos.
   Diez días después partió desde El Jíbaro, también en Bartolomé Masó, la Columna No. 8 Ciro Redondo, comandada por Ernesto Che Guevara.
   ¡Cuánta historia en ese municipio serrano de Granma (Bartolomé Masó)!, donde también se ubica la Comandancia General del Ejército Rebelde en La Plata, se realizó la reunión de la dirección de las fuerzas revolucionarias en Altos de Mompié el 3 de mayo de 1958 y, días después, comenzó la ofensiva de la tiranía en la zona de Las Mercedes.
   Fidel había expresado la peligrosidad de la invasión, la cual requeriría el apoyo del pueblo:
   “Las Columnas Rebeldes avanzarán en todas direcciones hacia el resto del territorio nacional sin que nada ni nadie las pueda detener. Si un jefe cae otro lo sustituirá; si un hombre muere otro ocupará su puesto. El pueblo de Cuba debe prepararse a auxiliar a nuestros combatientes. Cualquier pueblo o zona de Cuba puede convertirse en los próximos meses en campo de batalla.
   “La población civil debe estar lista para soportar valerosamente las privaciones de la guerra. Que la entereza demostrada por la población de la Sierra Maestra, donde hasta los niños auxilian a nuestras tropas, soportando 20 meses de campaña con incomparable heroísmo, no deje de tener ejemplar emulación en el resto de los cubanos, para que la Patria sea verdaderamente libre cueste lo que cueste…”.
   Aquellos hombres continuaron su paso hacia el centro y el occidente, sin importar las inclemencias del tiemplo, los disparos enemigos, las sangres derramadas ni el cansancio. Algunas acciones se convirtieron en legendarias.
   Poco más de cuatro meses después de la salida de la Columna No. 2, Cuba fue inundada por el júbilo y la alegría al producirse el triunfo definitivo de la Revolución.
   Seguramente, este martes El Salto, sitio de gran belleza natural, el río Nagua, producción de miel de abejas y diversos cultivos, incluidos los de viandas, será banderas y entusiasmo, como parte del acto político-artístico que se realizará por la efeméride.
   Verdaderamente, hoy resulta esencial recordar cada hecho histórico, brindar homenajes como ese a sus protagonistas, pero sobre todo debemos ser siempre consecuentes con sus ideas y ejemplo.
   Las nuevas generaciones, junto a todo el pueblo, debemos lograr que Camilo, el Che, Fidel y los demás héroes sigan vivos en las montañas, en las ciudades, en cada parte del país, pero especialmente en los corazones de cada niño, joven, de cada persona digna, porque ellos constituyen brújulas eternas, esencias para vencer.

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