El hoy trabajador por cuenta propia Guillermo Fajardo Rodríguez, es un joven tranquilo, apegado a la familia allá en su terruño en San Pablo de Yao, en el municipio de Buey Arriba.
Cuenta la madre Avelina Rodríguez que siempre ha sido muy obediente y aunque es el hijo menor, como se dice el más chiquito de la casa, nunca fue malcriado.
Era la hora de almuerzo y lo localizamos en la modesta vivienda cercana al otrora combinado de servicios local, ahora área de labor de Guillermo.
“Al principio cuando llegó lo del reordenamiento pensé que me iban a quitar y podrían a otra persona, y decidí irme, pero me explicaron la posibilidad de arrendar el inmueble.
“De entonces acá han pasado tres años y me va bien: gano un poco más, el horario lo pongo yo mismo y la gente agradece lo que hago.”
Así destaca Fajardo Rodríguez su experiencia como reparador de calzados sin dejar de referirse a las dificultades: “No existe un suministrador mayorista que ayude a cubrir las necesidades, por ejemplo, las del pegamento, cuya adquisición resulta muy costosa.
“Trabajo con calma para que las cosas me salgan bien; cuando inicie tenía una noción y con el tiempo he aprendido mucho por mi cuenta.
“Mi mayor satisfacción es el reconocimiento de la población por la calidad de la reparación, lo que me compromete, cada día, a hacerlo mejor.”
Recuerda como responde a urgencias que se le presentan a una compañera que se le rompió la sandalia de momento por la calle o alguien que debía viajar y encontró en el zapato un descosío.
Con sencillez y modestia este zapatero, como comúnmente denominamos a quienes ejercen este oficio, ha ido llenando espacios, con gran aceptación por parte de personas, antes las diversas carencias, entre ellas, la pequeña María Carla Soto al pedirle a su mamita ir a ver a Guille para encontrar la solución, incluso, de pulseras y espejuelos rotos.