El hijo de papel

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Por Yasel Toledo Garnache | 10 octubre, 2016 |
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ok periódico La Demajagua
Celebra periódico La Demajagua su aniversario 39

Se gesta cada semana, para renacer en un parto de viernes. El próximo día recorre calles, descansa en estanquillos, visita hogares, pasa de mano en mano. Surge del talento colectivo de periodistas, correctoras, diseñadores …, que pretenden parecerse, cada vez más, a su época y a los lectores.

Lo conocí en su madurez. De aquellos días de primeros impulsos, linotipos y olor a plomo fundido, solo sé las historias del amigo Fombe y de Ibrahín, quien se incorporó después, también las que otros colegas inmortalizaron en papel y los susurros de los ejemplares guardados en el archivo, que dejan huellas de tinta en mis dedos intrusos.

Allí, entre periódicos,  con más de tres décadas y media de vida y otros recientes, descubro fotos de colegas que ya no están, formatos diferentes, sucesos de Granma y la evolución de la propia publicación.

Imagino el sonido de las máquinas de escribir, las emociones y sinsabores de quienes le daban vida al hijo rojinegro, sin importar horarios ni lejanías para buscar noticias y terminar las ediciones, desde aquel 10 de octubre hace 39 años.

Recuerdo mi primer día en La Demajagua, durante las prácticas laborales. Aquí estaba yo, a la puerta del asombro. Me sentaba frente a la computadora con el deseo de demostrar lo aprendido en la academia y el impulso de quien escribe más rápido de lo que piensa.

A mi lado, siempre la voz de la experiencia. Algunos reporteros se convirtieron en hermanos grandes que me llenaron la mochila de conocimientos, y todavía me brindan la mano.

Sus consejos se trasladaban a pasillos y no cesaban durante el almuerzo. Muy dentro había una suerte de amistad, donde quedaba claro que la labor periodística no es tarea forzada, sino diaria y consciente.

Fombe, me hablaba como un padre y me exigía el máximo -aún lo hace-, pues “para ser buen profesional debes aspirar a la perfección, no te envanezcas”.

Por aquí pasan varias generaciones. Unas van y otras vienen, pero prevalece el amor por la información y el periodismo. Cada cual con los retos de su tiempo y la responsabilidad de que La Demajagua nunca envejezca.

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