Octubre es un mes pródigo para el acervo cultural cubano. El 20 de octubre de 1868, por vez primera se dio a conocer nuestro Himno patrio, por lo que se escoge esa fecha como el Día Nacional de la Cultura Cubana. Casi un siglo después, en 1965, nació el periódico Juventud Rebelde, próximo a celebrar, el día 21, sus primeros 50 años, siempre apostando a un humor de vanguardia.
Un poco más cercano a nuestros días, el 3 de octubre de 1994, se funda como institución el Centro Promotor del Humor. Entonces, sobran razones para conversar con Abel Prieto sobre la relación indisoluble entre el humor cubano y la cultura nacional. El nuestro no fue un diálogo de preguntas y respuestas, fue una conversación en la que sugería temas a este reconocido intelectual y escritor cubano.
EL HUMOR Y LA IDENTIDAD CULTURAL CUBANA
«Sabemos que la identidad de un país no es algo inmóvil, fijo, sino que está en permanente renovación, que constantemente se está enriqueciendo. Es un proceso que posee rasgos que mantienen una permanencia. Dentro de la identidad nuestra uno de los componentes esenciales, permanentes, tiene que ver con el humor. Eso está absolutamente visible desde que éramos una colonia de España. El humor era un arma de los cubanos que lucharon por la independencia. Es una imagen que se presenta siempre en su forma de reaccionar, en la forma de ver la vida, en la forma de enfrentar las dificultades.
«Existen distintas etapas. Muchos especialistas han profundizado en esto y particularmente está reflejado en un libro de Adelaida de Juan, Caricatura de la República, que habla del Liborio de Torriente, el Bobo de Abela, el Loquito de Nuez… Es un texto espléndido que hace un itinerario de la imagen del ser nacional, un intento de crear un arquetipo del cubano a través de distintos momentos históricos. El humor ha estado siempre presente en nuestra historia, incluso antes de ese período en que los historiadores dicen que la nación se estaba estructurando. Es una nación mestiza que tiene una cultura homogénea, pero que al mismo tiempo tiene particularidades regionales.
«El humor es un componente que tiene que ver con la resistencia del cubano a las dificultades. Después del triunfo revolucionario hemos vivido bloqueo, hostilidad, asedio, limitaciones, períodos tan duros como aquellos años 90 de gravísima carencia. Momentos amargos en que la gente encontró en el humor una especie de válvula de escape. Yo me acuerdo de Sabadazo, un popular programa humorístico que tuvo su momento de gloria en aquella época. Cintio Vitier y Fina García Marruz, dos grandes martianos, dos grandes escritores cubanos, que quizá no los vincularía con un programa como ese, un día vinieron a verme a la Uneac y me hablaron de Sabadazo, de cómo ellos esperaban ese momento el fin de semana y cuánto bien les hacía. Cintio me decía que al final todas las contradicciones, todos los elementos ríspidos se resolvían en la gran fiesta cubana. En ese programa nació Margot, creado por el destacado actor Osvaldo Doimiadiós. Para mí este personaje es de los más importantes que aparecieron en el humor cubano de los últimos años. Antolín estrenó un guajiro diferente, un guajiro que usaba camisas «Manhattan». Ya no era el guajiro que popularizó Reinaldo Miravalles, que cometía errores de dicción…
Lo que decían Cintio y Fina es muy lindo y muy profundo. Yo lo veo ahora en el programa y el personaje de Pánfilo, que ojalá nos dure mucho tiempo. La idea de que en la fiesta cubana, en la risa cubana, en esa carcajada unánime y gozosa donde todas las represiones se disuelven, quedan resuelto los elementos que podrían molestar, herir a alguien, nos hace más limpios, nos cura, porque el humor cubano, si es verdaderamente de raíz cubana, no es un humor cínico. Hay algo generoso en él, como en toda la cultura nacional…, en mi opinión.
Así era Enrique Núñez Rodríguez. Si lees las crónicas que el hizo de su terruño natal, Quemado de Güines, te encuentras con que siempre está buscando el lado risible
de las situaciones, de los personajes… Habla hasta de que el río del pueblo se medía por cubos de agua por lo pequeño que era. Usaba un grupo de elementos muy simpáticos para describir su pueblo, desde una mirada tierna y humana.
«Jorge Mañach estudió en su momento algo que él llamó “el choteo cubano”, que tiene que ver con esa capacidad nuestra de enfrentarnos a la falsa solemnidad. Al cubano le choca mucho el empaque, los rituales absurdos… Eso lo vemos en el bufo, en el teatro humorístico tradicional, en el Conjunto Nacional de Espectáculos, al que pertenecieron grandes humoristas. Pienso que ahora también se está viviendo un gran momento del humor cubano, gracias al Centro Promotor del Humor».
LOS AÑOS 80 Y EL MOVIMIENTO DE JÓVENES HUMORISTAS
«Recuerdo aquellos años, porque de algún modo siempre estuve cerca de los componentes de aquel movimiento de humoristas. Era un humor culto, una propuesta realmente interesante. Al mismo tiempo surgieron grupos del movimiento de aficionados en las universidades. Fue un momento importantísimo del humor escénico cubano, que en cierto modo aportó cosas nuevas a la tradición. Fue un trabajo concebido para presentar en cualquier parte. La escenografía era mínima. Basaba su propuesta en el trabajo actoral, los diálogos de pensamiento y el juego de palabras, sin dejar de ser críticos y apuntar a los problemas que en aquel momento teníamos como sociedad. Fue un movimiento importante porque estuvo ajeno a la vulgaridad, que lamentablemente después apareció en algunos centros nocturnos haciéndole daño a la imagen del humor cubano. A contrapelo aparecieron obras importantes como Marketing, del grupo Humoris Causa. Esta puesta me sirvió de ejemplo en un ensayo que titulé La cigarra y la hormiga, sobre los prejuicios contra el arte y no entender su papel crítico. Marketing es un ejemplo de un humor crítico, punzante y, al mismo tiempo, revolucionario y comprometido.
«Estamos viviendo una especie de deslumbramiento por modelos de la industria hegemónica norteamericana, y en muchos casos en su versión latina, donde predomina el culto a la frivolidad y a la tontería. El humor debe señalar esto, porque Cuba no es un país de tontos. Ese es uno de los errores que nuestros enemigos han cometido muchas veces, creer que este es un país de tontos. Este es un país de personas preparadas, educadas, instruidas…
«Muchas de las personas que en Cuba consumen este producto importado, no es porque sean tontas, sino porque como se dice vulgarmente quieren desconectar y ver algo lo más remoto posible de las politizaciones exageradas, lo más vacío posible de mensajes didácticos. No podemos humillar a las personas que disfrutan de ese producto, pero sí podemos ponerlos a pensar sobre cuánto hay de estafa y de engaño en ese subproducto, y cuánto puede haber de valor, porque, aunque sea en un número ínfimo, a veces encontramos historias de valor en este mundo de la industria del entretenimiento, particularmente en las propuestas de las productoras independientes. Sería bueno que nuestros humoristas ironicen sobre estos materiales, hagan a la gente reírse de sí misma por dejarse atrapar por los argumentos manipulados de programas como Caso cerrado. ¡Qué útil sería el humor como un instrumento descolonizador en defensa de nuestra cultura y nuestra cubanía!».
LA CENSURA
«Hay obras, espectáculos, que en determinados espacios funcionan, pero que no se podrían trasladar a un medio de tanta masividad como la televisión. La libertad nuestra en términos creativos es realmente excepcional. El mercado es hoy el gran censor en el mundo. Tenemos que tener en las instituciones a gente preparada tomando decisiones en términos de elegir una obra, de presentarla o no, de difundirla. Hay que hacerlo de manera transparente y con la participación del creador. La gente tiene que crear con libertad. Esa libertad conlleva, como dijera Marinello, mucha responsabilidad. Hay que trabajar con autenticidad, sabiendo a qué público te diriges, comprometido con el momento histórico».
EL HUMOR EN LA TELEVISIÓN CUBANA
«Hoy en la televisión hay mucha carencia de recursos para la producción nacional. Hay infinidad de problemas, incluidos los de estructura. Se está trabajando el tema de la política musical, de la difusión del audiovisual, los informativos y habrá espacio para discutir sobre el humor. Porque el humor no es algo colateral. Tiene que ver con los pilares, con la columna vertebral de nuestra cultura nacional. El humor en la televisión, en los últimos años, refleja nuestra realidad, incluyendo a Pánfilo en Vivir del cuento. Los temas cotidianos han estado apareciendo cada vez más, tratados de una manera crítica e inteligente. Podemos influir en el gusto del público, se puede enriquecer, se puede modificar y al menos frenar ese retroceso que hemos tenido. Cuando hay un buen programa humorístico en la pequeña pantalla, la gente no busca otras alternativas para el disfrute.
«Puedo asegurar que este género es de vital importancia para nuestro pueblo, para la cultura cubana. Debemos preguntarnos si queremos hacer humor para que la gente piense, o para reír tontamente. Quizá una de las características del humor de estos tiempos está en que exige una capacidad intelectual más activa. Exige un público más culto, más intelectual, más inteligente, más agudo. Nuestra cultura no concibe al público como alguien pasivo. Por eso hay que tener cuidado con esa frase de “consumo cultural” que estamos utilizando en los últimos tiempos. Hay que tener cuidado cuando hablamos de los procesos culturales realmente auténticos que incluyen la participación del auditorio, una actitud creadora por parte del espectador. Para enfrentar toda la avalancha de seudocultura, de símbolos, de modelos importados, de falsos fetiches, necesitamos buen humor. Ese humor más culto, más inteligente, nos va a hacer mucha falta ante los desafíos a los que se enfrenta nuestra cultura nacional».