Quienes han visitado a alguna familia de la comunidad Mateo Román, de Yara, conocen de buena tinta que a las mujeres no les tiembla la mano cuando de echar arroz a la olla se trata.
Para ellos, es como si la gramínea se hubiese incrustado en sus ADN desde que Rosca y Álvarez, ambos capataces, pusieran su empeño en hacer brotar la primera semilla, que hoy germina en la tradición arrocera de sus pobladores.
Cuenta Rubén González Pérez, productor y trabajador de esas compañías, que entonces -vaya a saber exactamente cuándo- las espigas se perdían de vista por toda la carretera hasta los predios de Manzanillo.
“Primero sembraban durante un mes, después ponían cuatro motores en el río, para halar agua y regar. Negaban el primer campo, y esa agua se aprovechaba en el otro. No había plaguicidas, solo arranque de malas hierbas a mano. El corte era manual y se apiñaba en casitas.”
Hoy, es común divisar en los portales, sobre las placas, en el patio o en cualquier recodo de un hogar, montañas de sacos con el gustado cereal que aseguran la solvencia económica de esas familias y su consumo interno.
CON EL VIENTO A SU FAVOR
Aunque Alexander Gamboa Sosa se licenció en cultura física, nunca se desvinculó del grano. Este año, por ejemplo, incursionó en la siembra para semilla, -uno de los talones de Aquiles de la cosecha arrocera.
“Si me va bien, espero consolidarme en esta. Es más trabajoso, un grupo de hombres a diario expurgan los campos para sacar la variedad ajena y dejar esto como un espejo”, refiere Gamboa Sosa, asociado al proyecto Vietnam-Cuba desde su surgimiento.
“Ahora es que están llenándose los granos. -Toma algunos y los lleva a la boca- Están dulces. Así es como les gusta a los chambergos (una especie de pájaros).”
-¿Cómo son las atenciones para los productores de este programa?
-El CAI Fernando Echenique garantiza desde el primer momento el paquete tecnológico: germicidas, fungicidas, urea, potasio, fósforo y la máquina para cosechar.
-¿Expectativas?
-“Pienso lograr mil 200 quintales en seis hectáreas, media caballería, y eso que sembré tarde. El reto es obtener nosotros mismos la semilla de la zona, tratarla y vendérsela a los campesinos.
-¿Qué método de siembra emplea?
-La técnica del trasplante, conocida popularmente como moteo. Tiene varias ventajas, el ahorro de herbicidas y fertilizantes, la reducción del consumo de agua y mejor provecho que al voleo (esparciendo las semillas al azar).
“Puedo recoger hasta diez quintales por cordel, algunos en 17, han sacado ciento y pico de quintales. Cuando lo voleas, lo que más llega es a cinco, seis quintales. La espiga es más pequeña y no todos los hijos paren. No hay dudas. El moteo es cosecha segura”, enfatiza Gamboa Sosa.
DIARIO DESAFÍO
Los equipos vietnamitas parecen toros bufando con nuestros agrestes campos. En no pocas ocasiones, la bestia queda vencida por la rudeza del terreno, y revivirla, requiere de trasplantes, por eso hoy son tan comunes las mutaciones tecnológicas.
Ramón Díaz García, tornero B en el taller del proyecto Vietnam -Cuba de la CCS fortalecida Manuel Gamboa, cirujano de maquinarias, comenta que ya muchos de los equipos vietnamitas hoy son casi criollos.
“Por donde más sufren es por la transmisión. Al hundirse, deben hacer más fuerza mecánica y no aguantan esa presión. El tren fijo es de un material débil y su uso constante le desbarata los dientes. Aquí hemos recuperado tres a partir de los ejes traseros de un tractor Jun. Lo maquinamos y en la fresadora hacemos las estrías.
“Reparamos el sistema de dirección, confeccionamos pasadores, poleas y bujes”, acota Díaz García.
“Hoy la Manuel Gamboa cuenta con tecnología mayormente vietnamita, tres tractores activos en el fangueo y para preparación de tierra”, expone Oscar Ricardo Lorente, jefe del taller y uno de los productores líderes de este básico alimento.
“Tenemos cinco trillas, cuatro en funcionamiento; dos mini combinadas, una de ellas paralizada por la caja de velocidad”, manifiesta.
Sobre la valía de estos equipos, argumenta Ricardo Lorente: “Han abaratado el costo para el campesino, comparado con el particular. Antes perdíamos cosechas por inestabilidad de maquinarias, hoy se están cortando en el parámetro técnico que llevan, 24, 25, y los beneficios aumentan.
“Nos limita la falta de una fresadora. Si contásemos con una aquí, nos ahorraríamos el tiempo y el combustible que implica ir a Manzanillo”, añadió Oscar Ricardo Lorente.
La CCS fortalecida Manuel Gamboa cuenta con 300 campesinos y 54 obreros, se dedica a la siembra de arroz, también crían ganado y cerdo.
“Sembramos 235 hectáreas del grano. El desabastecimiento de la presa nos limitó. Ya iniciamos la siembra para primavera y recolectamos lo derivado del proyecto Vietnam-Cuba”, añade Ramiro González Piñeiro, su presidente.
“Tenemos rendimiento por productores de más de seis toneladas por hectáreas y hasta ocho. Nuestra cooperativa ostenta el más alto del proyecto en el cual están implicadas provincias como Sancti Spíritus, Cienfuegos, Camagüey…”, explica González Piñeiro.
“Una hectárea del proyecto debe rendir 130 quintales aproximadamente, más de 20 mil pesos según el antiguo precio.
Tenemos una gran responsabilidad en el programa de semilla para emplear en la misa zona. Trabajamos con las variedades Selección 1 y 2, con ganancias de ocho, nueve y hasta diez toneladas por hectáreas.
¿Aspiraciones? Seguir incorporada al proyecto Vietnam-Cuba, que tanto ha humanizado el trabajo, la productividad, que en definitiva, es más comida para el pueblo”, indicó González Piñeiro.