El optimismo de los Seguidores de Camilo y Che

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Por Agencia Cubana de Noticias (ACN) | 1 septiembre, 2017 |
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 Una vasta y azarosa misión comenzaron a cumplir cerca de 180 mocetones capitalinos por indicaciones del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el II Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC): construir durante tres años escuelas secundarias básicas en la entonces Isla de Pinos.

El dos de septiembre de 1972 el grupo llegó al puerto de la ciudad de Nueva Gerona, que les pudo parecer hermosa, lunática e indescifrable, si se tiene en cuenta que el Ferry Palma Soriano, construido en España (1967), levó anclas con dos horas de atraso desde el surgidero de Batabanó.

Algunos llegaron a pensar que se trataba de un sabotaje, según Marcos Stuart Barrueto, un ejemplo de archivo viviente de la historia por ser el único brigadista que no tiene para cuándo acabar la redacción de sus memorias, desde que los concentraron en el Instituto Superior de Educación Física Manuel Fajardo, de donde también salieron tarde, hasta 1975.

El destacamento estaba compuesto por mujeres y hombres, contó Stuart Barrueto, pero muchos años después lo que dijo sorprendió a sus colegas: poseía una vieja lista y con vocación de artista y paciencia de elefante se dedicó en sus ratos de jubilado arrepentido a localizar los teléfonos de la mayoría de ellos, mediante consultas al Directorio Telefónico de Cuba.

Por su cuenta, ahora suman 172 y no hay quién le contradiga, so pena de enfrentar a su rigurosa crónica, cautivada por la nostalgia de la juventud.

Mi interlocutor evocó el realismo inclemente del II Congreso de la UJC, efectuado del 27 del marzo al cuatro de abril de 1972, sobre las urgentes necesidades socio-económicas de la Isla de Pinos (a 143,30 kilómetros de La Habana) y su destrucción, provocada por el huracán Alma en 1966.

Bajo la consigna El presente es de lucha y el futuro es nuestro, en el evento se evidenció el desarrollo y consolidación del Movimiento de Columnas, que agruparon a más de 45 mil jóvenes movilizados en las tareas de la zafra, la agricultura en general y las construcciones, entre otras “obras de choque”.

El Comité Nacional de la UJC orientó la formación de la Brigada en los organismos de la administración central del Estado, con aquellos que de manera voluntaria la integraron y que llegaron a ser una de las fuerzas más productivas del país.

Pero no solo edificaron planteles para alumnos internos de séptimo a décimo grados, sino también obras sociales, y participaron en la descarga de cemento a granel de buques surtos en el puerto de Nueva Gerona, al igual que en actividades recreativas, culturales y deportivas.

Aquel colectivo lo conformaron técnicos, especialistas, obreros, profesionales, artistas y actores, entre estos últimos Tito Junco, y el Teniente Coronel (R) de las Fuerzas Armadas Revolucionarias José Ángel Gárciga Blanco, autor de 20 libros.

Un año después, el tres de agosto de 1973, se incorporaron a la Brigada Independiente del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) hasta terminar su misión en 1975.

Tres años faltaban para que la Asamblea Nacional del Poder Popular, el dos de agosto de 1978, adoptara el acuerdo de cambiarle el nombre a esos dominios por el de la Isla de la Juventud.

En general, 45 años más tarde, los propios brigadistas se encargan de promover homenajes internos,  con su Comité Organizador, y ninguno  se consuela pensando que la vejez no es más que un estado de ánimo.

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