A Ricardo León Guerra le faltaba un mes para cumplir los 16 años, cuando se incorporó a trabajar como maestro popular de Primaria en la brigada Frank País, que laboraba en el mayor macizo montañoso de Cuba.
Primero lo hizo en Derecha de Caracas y luego en La Plata, intrincados parajes de la Sierra Maestra, pertenecientes entonces a la provincia de Oriente y en la actualidad al municipio granmense de Bartolomé Masó.
Esa experiencia fue, cuenta, “maravillosa, la mayoría de los maestros que fuimos a las montañas éramos jovencitos, les dábamos clases a los campesinos y participábamos con ellos en las labores de la casa”.
Aquellos hombres y mujeres de cuerpo y carácter fuertes “nos respetaban y querían mucho, al hacer algo en la comunidad contaban siempre con el maestro. “Por ejemplo, si a la Tienda del Pueblo llegaban determinados artículos que eran escasos, para distribuirlos nos pedían opinión, también si las federadas, la Anap (Asociación Nacional de Agricultores Pequeños) iban a realizar alguna actividad política o de otra índole”.
Ricardo León enfatiza que, no obstante la edad de aquellos educadores y la idiosincrasia de los montañeses, “gozábamos de gran prestigio, del que aún gozan los actuales maestros de montaña”.
Al bajar del lomerío, crecido como persona, fue subdirector en la Dirección municipal de Educación en el antiguo municipio de Las Mercedes, y luego asesor de organización escolar en la Dirección Regional de Educación, en Manzanillo.
Tras la División Político Administrativa de Cuba, en 1976, regresa al territorio masoense, labora un tiempo en la Dirección municipal de Educación, más 22 años como director de instituto preuniversitario, una parte de ese tiempo, y de secundaria básica la otra.
Al arribar a las seis décadas de vida se jubila, hace siete años, pero solo está uno fuera de su “medio natural”, al cual retorna como atraído por un potente imán.
Al reinsertarse al sector educacional lo hace como profesor de Historia, de alumnos de duodécimo grado que se preparan con vistas a su ingreso a la Educación Superior.
Esa tarea es, declara Ricardo León, “muy interesante, permite apoyar el trabajo de la escuela con el poquito de experiencia que uno tiene.
“En la preparación para el ingreso los alumnos son muy receptivos y estudiosos. Tuve la suerte que en los dos años que trabajé con ellos aprobaran el ciento por ciento de los alumnos, incluso algunos que venían de la Facultad Obrero-Campesina cogieron carreras de Medicina, de ingeniería”.
Ahora Ricardo León es metodólogo de Historia de la Educación Técnica y Profesional, en la Dirección municipal de Educación en Bartolomé Masó.
Los 67 años vividos no le disminuyen el entusiasmo por la profesión en la que, en su opinión, sin amarla “se puede dar clases, pero jamás ser maestro” y él la ama tanto al cabo de 51 años de ejercerla, que si volviera nacer, “volvería a ser maestro”.
Felicidades al viejo amigo, Ricardo León fue director de mi hermano Norbert cuando era estudiante de Secundaria Básica en la Unidad #6 de CECC y en mis años de práctica docente preprofesional, fue mi primer director en la Unidad #8, un preuniversitario, luego fui metodóloga de Español y Literatura en la Dirección Municipal de Educación de Bartolomé Masó y fuimos por algún tiempo compañeros de trabajo y es el hermano de mi amiga y colega Carmen León Guerra.