Desde hace un lustro, este semanario sigue al dedillo el deplorable estado constructivo de la Estación territorial de investigaciones de granos (Etig) Jucarito, en Río Cauto, que a 45 años de fundada muestra considerable desgaste.
El reportaje En espera de oídos receptivos, enunció innumerables problemas que limitaban la aplicación de la ciencia y la técnica; como continuidad, el pasado año, el reportaje Con la esperanza en el surco detalló la falta de medios para la actualización del personal científico y su inserción en publicaciones; carencia de transporte para atender el programa de frijoles en el Valle de Caujerí (Guantánamo); el de maíz, en Laguna Blanca (Santiago de Cuba); de arroz, en Mayarí (Holguín), Amancio Rodríguez (Las Tunas) y las dos empresas granmenses.
Criticó, también, su pésima situación, sobre todo el almacén para guardar la semilla certificada y el taller.
SIN TRUCOS PARA ESTAR A LA MODA
Durante una nueva visita, en julio reciente, constatamos que algunas de las cuestiones fueron solucionadas, mas continúa en deuda la infraestructura de la instalación, aún motivo de descontento en sus trabajadores.
Sobre los avances, Yosvani Núñez Valero, director de la Etig, expone: “Este 2015 aprobaron 204 mil pesos para edificar el almacén de víveres y semilla.
“Se firmó el convenio con la brigada constructiva de la Empresa agroindustrial de granos José Manuel Capote, que ejecutará la obra, y proyectó similar cifra,
por si queda inconclusa, terminarla.
“La aprobación de la quinta etapa del Proyecto Vietnam-Cuba, destinada a fortalecer las estaciones experimentales, podría revertirse en financiamiento
para mejorar la infraestructura, culminar laboratorios para poner en marcha algunos equipos que aún no están en explotación, porque los locales no son apropiados”.
-¿La tecnología sigue siendo una limitación?
-Hemos recibido equipamiento que nos permite flexibilizar el trabajo. Poseemos cuatro tractores de potencia media y alta, y dos minicosechadoras que agilizan las faenas, antes realizadas de forma manual.
“En el laboratorio contamos con pregerminador, determinadores de humedad, balanza analítica, molino de mesa, y otros medios.
“Mediante el programa de granos recibimos un transporte ligero para prestar servicios de asesoría y asistencia técnicas a bases productivas, a esta y otras provincias de la zona oriental de Cuba, para estimular los rendimientos”.
Hoy, dadas las condiciones, el laboratorio es oficina del departamento técnico, por tanto, quienes allí laboran no pueden escapar del ruido constante que se genera. Sobre el asunto, amplía Lorenzo Rafael Peña Rondón, especialista principal de ciencia y técnica.
“En el laboratorio requerimos de un cuarteador para subdividir las muestras equitativamente, y que la voluntad del hombre no influya en la distribución.
“Necesitamos una clasificadora de granos para separarlos según los diferentes componentes del rendimiento industrial, y un determinador de humedad para cumplimentar el servicio que ofrecemos a los productores; y nos ayudaría mucho contar con una balanza técnica que permita pesar más de un kilogramo”, refirió Peña Rondón.
Actualmente, una computadora y un proyector mejoran el acceso a la tecnología, sin embargo, los investigadores de la Etig no están satisfechos, pues siempre ha sido su aspiración tener una instalación a la altura de los resultados que ahí generan.
SABERES A LA PUERTA DE CASA
La Etig Jucarito está inmersa en 14 proyectos de investigación y desarrollo, cinco de servicios científico-técnicos y una cartera de alrededor de cuatro o cinco que para el venidero año pueden llevarse a cabo.
Estos estudios tributan al mejoramiento genético y la agrotecnia del cultivo; próximamente aspiran a introducir algunos en el riego, y esperan potenciar la ciencia, sobre todo tocante al programa de semilla en aras de responder a las necesidades de que hoy las entidades productivas estén dentro de la siembra de categoría.
Desde su creación, en 1970, ha realizado considerables aportes científicos, que la han hecho merecedora del premio Academia de Ciencias de Cuba, ya sea como entidad autora principal o colaboradora.
Tales logros, avalan sus pasos en la misión de obtener variedades y tecnologías en el cultivo del arroz y otros granos, para aplicar en la práctica productiva de las cinco provincias orientales.
“En 1982 creó la J-104, que ocupó más del 80 por ciento de la producción cubana, y revolucionó la gramínea con el manejo integrado de la plaga Sogatodes Oryzicola (principal azote del cereal en América Latina y el Caribe), disminuyendo de 10 a cero las aplicaciones de productos químicos para su control.
“Diseñó un paquete tecnológico para suelos con salinidad, y dos gamas varietales tolerantes a esta, las Iacuba 25 y la 40”, narra Peña Rondón.
Años atrás, en Granma, se sembraba con semilla certificada menos del 10 por ciento de las áreas, hoy el porcentaje de las categorizadas asciende a 70.
En la última edición del fórum de ciencia y técnica de la entidad, José Ávila Moreno, Máster en Ciencias, evaluó el comportamiento de algunas variedades de arroz, de ciclo medio y corto, en condiciones de riego.
Como resultado, 12 variedades pasarán a mejorar en los venideros años la estructura varietal en las empresas Manuel Capote Sosa y Fernando Echenique, las cuales registraron rendimientos superiores a seis toneladas por hectáreas. También mostraron una excelente calidad industrial, por encima del 60 por ciento de sus granos enteros, y resistencia a plagas y enfermedades.
Irrebatibles son los logros que diariamente cosecha esta estación investigativa, cuya ciencia está en función del desarrollo productivo granmense y del oriente cubano.
Esperemos que como parte del reordenamiento de que son objeto estos centros, se valore en su justa medida la importancia de su conservación, la necesidad de proveerlo de herramientas informáticas y un mejor diseño constructivo, en aras de promover un
sistema de ciencia y tecnología sostenible.
Equipamientos vietnamitas y medios de transporte vulnerables al deterioro / FOTO Anaisis Hidalgo