Las áreas cubiertas de bosques crecen entre un dos y un cinco por ciento anualmente, un logro sustentado por la aplicación de un programa de desarrollo forestal que tuvo en el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, a su máximo impulsor.
Gracias a la visión del Comandante en Jefe se ejecutaron importantes acciones que permiten actualmente contar con un 29,8 por ciento de índice de boscosidad, el más alto en la historia   de la ínsula caribeña, después de la tala indiscriminada iniciada en la etapa colonial.

Empresas forestales, la de Flora y Fauna, la ganadería, apicultura, del tabaco y cultivos varios, entre otras, constituyen los agentes directos que posibilitan cada año la estabilidad de ese indicador, en tanto la población con su accionar desempeña igualmente un rol meritorio.

Hoy el patrimonio forestal está estimado en más de tres millones 969 mil de hectáreas,  el 37 por ciento de la superficie del país, aseveró  en La Habana Antonio Guzmán, especialista de la Dirección Nacional Forestal,  del Ministerio de la Agricultura.

En su opinión se incrementó la cultura y el conocimiento de las personas en su protección y la incorporación de las formas no especializadas al manejo de este recurso.

Pero como también advierten otros expertos, es necesario multiplicar los conocimientos  y el asesoramiento a los nuevos usufructuarios de tierras, para mantener los logros.

Mientras en otras naciones las fronteras agrícolas avanzan sobre la selva y los bosques, en Cuba se desarrolla un proceso inverso, al pasar muchas áreas dedicadas al cultivo de la caña de azúcar a la actividad silvícola, entre otras.

La aprobación de la Ley de Repoblación Forestal desde el triunfo de la Revolución en 1959, junto a otras vinculadas a las cuencas hidrográficas, el Plan Turquino, el medio ambiente y el cuidado y la conservación de los suelos, contribuyen a elevar la calidad de vida de los pobladores vinculados  a esta actividad.

Antes de 1959 el índice boscoso del archipiélago estaba lejos del 15 por ciento, por lo que fue prioridad incrementarlo.

La disminución de la cubierta vegetal influye hoy día en el incremento del calentamiento global, aunque no en la misma magnitud que la emisión directa a la atmósfera de gases de efecto invernadero.

Pero influye en cambio como factor favorable al recrudecimiento de las sequías, erosión y deterioro de los suelos, sobre todo en ecosistemas frágiles como los de montaña, y acelera la pérdida de la diversidad biológica.