A Mardibel Ponce Fuentes la vida le ha puesto desafíos y aunque nunca supo si iba a ganar o perder, eligió luchar. A veces el miedo la paralizó, pero ser fuerte por ella y por su familia la ha recompensado e inspirado, y, a su vez, a quienes la rodean.
Con 17 años comenzó a trabajar como secretaria en el Combinado cárnico de Niquero, sin percibir salario, porque no llegaba aún a la edad para ser contratada. En aquellos momentos no poseía ninguna agilidad para escribir a máquina.
“Cuando me preguntaron dije que sí, siempre he tenido ese concepto, de decir que sí a la vida. Pasaba el día haciendo otras actividades y en la casa, con una máquina que me prestaron escribía los informes, desde las 6:00 de la tarde hasta la madrugada, dormía un poquito y a las 8:00 de la mañana ya estaba con todo hecho; al administrador le encantaba el trabajo, pero no sabía cómo lo realizaba”.
Al cumplir los 18 le otorgaron una plaza, y cuenta Mardi, como todos la conocen, que a los tres años le propusieron que atendiera la actividad sindical. Así comenzó en una tarea que ama y a la que ha dedicado parte de su existencia.
“Un día me dije que quizás trabajaría cinco o 10 años, y me iba, cuando le cogí el gusto, todo cambió, ahora me iré cuando muera”.
Por sus resultados fue seleccionada tres veces a participar en congresos de la Industria Alimentaria, además, la han reconocido como mejor trabajadora en varias ocasiones y este 1 de Mayo, la homenajearon por más de 35 años de labor sindical.
No todo ha sido alegría para esta valiente mujer. Cuando su único hijo, Enrique Rubén Espinosa Ponce, tenía 15 años, ella perdió a su esposo, y siguió en el duro camino de ser mamá y papá. El ciclón Dennis dañó severamente su vivienda, y su resistencia volvió a ser probada. Pero aún le aguardaba una dificultad mayor, esta vez, su vida se vio amenazada.
“Cuando me comunicaron que tenía un tumor maligno en la cabeza, un mieloma múltiple, fue triste. Por la insistencia de mi hijo, que cursaba el tercer año de Medicina, me hicieron una placa, vimos a un radiólogo que iba a dar el diagnóstico solo a él, y yo le dije: hable con los dos, porque tengo que saber, él es mi hijo, pero es muy joven y si no me queda mucho tiempo tengo que dejarlo preparado.
“Fue la noticia más terrible, el mundo se acababa para mí, al otro día, al amanecer, el sol no brilló igual, le oculté a mis padres lo que pasaba y con mi hijo fui a Bayamo, donde ratificaron el diagnóstico, y me explicaron que debían operar urgente, porque el tumor había comido parte del hueso del cráneo.
“No quería operarme, pensaba que no iba a aguantar, y entonces, Enrique, tan joven pero con un carácter decidido, me manifestó que si él era mi vida, tenía que demostrárselo”. Y Mardi se operó. Al abrir los ojos el primer rostro que vio, vestido de verde, fue el de su hijo, y ahí se dijo, tienes que vivir.
“Aunque han pasado ocho años, aún tengo que hacerme pruebas difíciles para ver cómo evoluciono, pero siempre con la fuerza de ir para adelante, porque aprendí que la autoestima en las personas que padecemos de esa enfermedad debe mantenerse arriba, de lo contrario es comida para las células malignas.
“Con un mes de operada participé en un Congreso de la Industria Alimentaria, luego, vi a mi hijo graduarse de Medicina, hacer la especialidad de Medicina General Integral y cumplir una misión internacionalista en Venezuela”.
A pesar de los malos momentos, ella ha aprendido de las dificultades.
“Durante mi proceso, conocí a personas maravillosas, en la provincia y también en La Habana. Me dio la oportunidad de ver lo extraordinario de quienes están a mi alrededor, en mi centro de trabajo y en la Empresa Cárnica, todos muy importantes, porque mi familia es muy pequeña y sin sus atenciones no hubiera salido de la situación que afrontaba”.
Mardi continúa al frente del sindicato en el Combinado Cárnico de Niquero, y ha sido protagonista de las transformaciones de esta unidad, no en tecnología, sino en confort, mejores condiciones de refrigeración y nuevo comedor. Las inquietudes de los trabajadores se atienden con prontitud y estimulan a los obreros más destacados.
Esta mujer venció esa batalla, quizás, otras les depare el futuro; ahora, inspira a sus compañeros y familiares a ser mejores, y a no darse por vencidos nunca.
Tengo el privilegio de conocer a esta MUJER si con mayuscula si, y si no fuera por que estoy escribiendo por esta via les diria los tremendos .. Ovarios que tiene ha sabido enfrentar la vida y sus adversidades y ha sabido salir victoriosa, es y sera siempre de las que siempre hay que contar con ellas, Mardi para ti mis respeto y mis saludos y tambien para todos los trabajadores del Carnico y mi pueblo grande de NIQUERO