Tras la victoria rebelde sobre la Ofensiva de verano, lanzada por Batista para dar fin a Fidel y a su ejército de barbudos, el jefe guerrillero decide extender la guerra a todo el país y designa para esta misión a los comandantes Camilo Cienfuegos y Ernesto Guevara.
En el caso del Che, le ordena formar la columna número ocho Ciro Redondo y marchar hacia Las Villas, para derrotar las huestes enemigas y unificar las fuerzas.
La Columna comienza a formarse en Las Mercedes pero el asedio de la aviación obligó a trasladarla hasta El Jíbaro.
Mientras se preparaba la empresa militar, César Juvencio Hernández Lorente tenía alrededor de 19 años y unas ganas inmensas de combatir, por eso se acerca al Che y le expresa su decisión de incorporarse.
“Él me dijo que no había más armas y me preguntó si quería irme desarmado. Yo le respondí que sí y me puso de ayudante de Antonio el Bazuquero.
“El 31 de agosto después de un fuerte aguacero se organizó la marcha por pelotones y entregaron alimentos y pertrechos. Nos detuvimos en el Coco, cerca de Yara, para recoger el pelotón de vanguardia.
“El Che reunió a la tropa y explicó los desafíos que vendrían por delante. Quien no quisiera seguir podía abandonar, pero debía dejar el arma”.
Luego pasaron la carretera cerca de Cayo Redondo rumbo a la Sal y en esa zona los sorprendió un ciclón. En la carretera de Manzanillo cogieron unos camiones pero uno quedó en el camino. La gente en la travesía comenzó a perder los zapatos por el fango, y hubo quienes llegaron descalzos a las Villas. En el Jardín, próximo a Río Cauto, se encontraron con Camilo.
“El Cauto, rememora Hernández Lorente, lo pasamos en bote y nos demoramos ocho horas porque algunos no sabían nadar. Luego cogimos unos tractores con carreta, pero pasamos trabajo, porque el tránsito estaba difícil con las lluvias del ciclón.
“En el trayecto del camino siempre fuimos asediados por los aviones y el mal tiempo, hasta el punto de sorprendernos en Camagüey otro ciclón.
“El primer enfrentamiento fue en La Federal, Las Tunas, donde hirieron a Enrique Acevedo en sus dos brazos, murieron 3 hombres y otros dos resultaron heridos. Por los adversarios se reportaron varios muertos, se cogieron a tres prisioneros y se ocuparon todas las armas”.
En el camino los asedió el hambre y el cansancio. A veces en todo el día no probaban alimentos porque la comida era escasa. De los 142 invasores iniciales llegaron al centro 135.
Los combates hasta Las Villas fueron La Federal, cuatro compañeros y el de la arrocera de Aguilera, ambos en Camagüey. En el último los cercaron por tres días y no lograron pasar hasta que encontraron una brecha.
Luego de, aproximadamente, 45 días de viaje llegaron a Las Villas por la Loma del Obispo, donde encontraron tres compañeros que les sirvieron de prácticos.
En el lomerío del centro de Cuba
En el Escambray estaban el II Frente, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, el Partido Socialista Popular (PSP) y el M-26-7, los cuales actuaban independientemente.
“Cuando hicimos contacto con el II Frente, manifiesta Hernández Lorente, el argentino les dejó claro a sus jefes que ahora sí se iba a combatir. Varios de sus hombres desertaron y se nos sumaron porque les despertamos confianza y ánimo.
“Posteriormente, hicimos contacto con Victor Bordón Machado, jefe del M-26-7 en el Escambray. Acordamos dejar a los compañeros maltrechos en un lugar y atacar al cuartel de Guinía de Miranda.
“Nos fuimos a El Pedrero y acampamos. Empezamos a crear condiciones en Caballete de Casas para la batalla de Santa Clara. Hicimos una casa-escuela para reclutas, construimos la Comandancia, refugios y anfiteatros.
“Nos preparamos para atacar al cuartel de Caracucey, pero no lo pudimos tomar, mas nuestra ofensiva continuó porque aumentó la membresía”.
En el Escambray se unieron el M-26-7 y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, mientras El PSP se integró a Camilo.
A Hernández Lorente, en la loma del Carpintero, durante un enfrentamiento, lo impactó un mortero y le hirió todo el cuerpo, por ello lo llevaron enfermo hasta El Pedrero donde le dieron los primeros auxilios, luego lo trasladaron cerca de la comunidad de Gavilanes.
Se incorporó a las acciones en el ataque al cuartel de Placetas. Ese día por la noche atacaron al enclave de Remedios y al mismo tiempo el de Caibarién. Tras las victorias se prepararon para la batalla de Santa Clara.
La batalla decisiva
“Nos fuimos para la ciudad y entramos por distintos puntos. Entre las acciones decisivas estuvo el descarrilamiento del tren blindado, la ocupación de la estratégica loma del Capiro, la estación de la policía y la sede del escuadrón 31 de la guardia rural.
“El pueblo cooperó, hasta había muchachas que nos ayudaron a cargar los fusiles. La alegría se incrementó cuando informaron sobre la huida de Batista.
“En un lugar llamado el Cloris, ubicado en los bajos del Hotel Santa Clara Hilton, tuvimos un enfrentamiento fuerte, porque allí se encontraban los jefes y personajes más sangrientos de la tiranía, tras vencerlos los escoltamos para que el pueblo no los linchara”.
Después de la rendición de Santa Clara comenzaron los preparativos para la marcha hacia La Habana y tomar La Cabaña.
Hasta la capital llegó por imperativos de la guerra la Columna número ocho. Durante la larga travesía Hernández Lorente aprendió del Che la importancia de mantener en alto el espíritu combativo y a sostener una voluntad férrea, cualidades que le permitieron al guerrillero argentino y a sus fuerzas hacer de la invasión una proeza.