Enseñanzas de un caballero

Share Button
Por Osviel Castro Medel | 3 septiembre, 2021 |
0

La noticia, sorpresiva y dolorosa, nos ablandó el cuerpo, nos heló el corazón en lo profundo. No podíamos creer, el martes 31 de agosto, que Rafael Alberto Álvarez Heredia, el hombre sano y puro, conocedor a fondo de la pelota, conversador de diversos temas, amante de la verdad… se hubiera ido de este mundo después de un ataque del verdugo de este tiempo: la Covid 19.

Cómo dar crédito al fallecimiento de Felo o de Rafa, como le decían muchos en el mundo del béisbol y el softbol, los dos deportes en los que fue entrenador y referente. Cómo acostumbrarse a la idea de no verlo en el estadio Mártires de Barbados, programando una competencia o exigiendo como metodólogo de la Comisión provincial.

Cómo adaptarse a la idea de no mirarlo en su bicicleta recorriendo la ciudad en busca del sustento para su querida familia. Y cómo podremos procesar en la mente que ya no llevará más del brazo a su amado hijo, Rafaelito (uno de los mayores talentos de Cuba), a un campo de béisbol.

Felo tenía, a los 64 años, un historial extenso, con más de cuatro décadas de experiencia profesional, pero no presumía de eso, ni se jactaba de haber sido pelotero con los equipos de Río Cauto, tampoco se vanagloriaba de haber ayudado, como responsable de la parte técnica, a que Granma cosechara medallas en todas las categorías, incluyendo los tres títulos de los Alazanes.

Su modestia no le permitía hablar demasiado de sus vivencias como entrenador de equipos nacionales, ni de los tiempos en que fue profesor de    Indalecio Alejandrez Mesa, Estela Milanés Rodríguez o Vilma Álvarez Góngora; menos hablaba de sus lecciones como profesor asistente en la Facultad de Cultura Física.

Prestó ayuda técnica en Nicaragua (1985-1986), Honduras (1993-1997) y la República Bolivariana de Venezuela (2009-2011), pero jamás se le vio darse en el pecho por haber estado en esos países, en los que enseñó muchísimo. Estuvo, en funciones, al frente de la Comisión provincial varias veces y cumplió esa tarea sin ápice de vanidad.

“Era un caballero” o “era una bella persona”, solemos decir de los hombres con decencia, dignidad y civismo. Pero esas frases parecen hechas expresamente para personas como él, capaces de ganarse el cariño con facilidad.

La familia del deporte granmense le echará de menos. Mas en la aparente ausencia tendremos que viajar una y otra vez a sus hermosas enseñanzas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *