Relevantes productores cañeros de Granma protagonizan un fuerte movimiento de producción de alimentos paralelamente al cultivo de la gramínea, lo mismo para acometer las tareas de zafra y para ventas a la población.
Es ya característico en esta parte del oriente del país el empuje de bases productivas como las cooperativas de producción agropecuaria Primer Soviet, de Bayamo, Omar Rivero de Manzanillo, Unidades básicas de producción cooperativa como Dos de Cubeñas, y Los Guayos de Campechuela, por solo citar un puñado en la tarea conjunta de “hacer la zafra y todo lo demás”.
Otro ejemplo de que cañeros y agropecuarios de Azcuba van codo con codo es lo que explica Rafael Chávez, administrador de las UBPC Las Muchachas, de Campechuela, en referencia a las 40 hectáreas de la recién adquirida finca La Rosal: “Esta área es netamente para la venta al Estado, la cogimos el 4 de abril último y al cierre de agosto acopiamos más de 300 quintales de boniato, también cosechamos calabaza, y nos enfrascamos con la yuca, el secreto es cosechar y plantar una y otra vez”.
La sede principal de “Las Muchachas” en Ceiba Hueca Arriba, en la propia localidad costera, tiene un verdadero jardín de producción de alimentos, los lotes cañeros son buenos, buenos… otro secreto: “Si uno de nuestros directivos no está a la altura del resto para echar adelante la unidad, él mismo se elimina”, concluye Rafael.
Arcadio Rodríguez Torres, director de atención a productores Enidio Díaz explica: “Esta área formaba parte de una unidad lista para disolver, pues transitó por una situación económica muy difícil, en análisis con el Partido y el Gobierno del municipio se decidió entregársela a una de las unidades de elite y decidimos que fuera Las Muchachas por las potencialidades y posibilidades de desarrollar estas 40 hectáreas que dan una producción importante para el territorio”.
Donde las cosas marchan bien siempre tuvieron en cuenta que el período especial representó una verdadera escuela para la estrategia de echar adelante la zafra, sin abandonar totalmente prácticas como la tracción animal, el cultivo manual y otras experiencias ancestrales, esa es una manera de oponerse a la guerra económica que nos impone el bloqueo y de adelantar, a despecho de las dificultades.